La Revista

AMLO y el viento

Bernardo Graue Toussaint
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Julio César de Mello y Souza fue un escritor, matemático y maestro brasileño del siglo pasado, famoso por el uso de ingeniosas historias para enseñar a sus alumnos. Su nombre de pluma era Malba Tahan. Hace muchos años leí un relato corto, con el que él ilustraba a sus alumnos sobre el impacto de la calumnia. Lo comparto:

*“Una mujer se dedicó a propagar entre la comunidad que su vecino era un ladrón. Ante un robo en el barrio, la policía lo arrestó y metió en la cárcel. Días después, fue probada su total inocencia y el acusado decidió llevar a la mujer ante las autoridades para que fuera sometida a juicio por haberlo calumniado, por haber atentado contra su honor.”*

*”Al ser enfrentada al juez, ella trató de defenderse alegando que las aseveraciones que había hecho no eran, en realidad, “tan graves”. Por única respuesta, el juez le obligó (bajo juramento de decir verdad, porque de lo contrario -le advirtió- la sentencia sería más severa) a que escribiera en un papel todas las cosas que había dicho sobre su vecino; que luego rompiera el papel en muchos pedazos, y que después tirara los trozos en el camino entre su casa y el juzgado. Al día siguiente de haber cumplido estas tareas le sería dictada la sentencia.”*

*”La mujer cumplió meticulosamente (en presencia del Secretario del juzgado) con lo que le fue ordenado por el juez. Escribió, detalladamente, todo lo que había dicho de su vecino con anterioridad, y se esforzó por romper el papel en trozos pequeñitos, que fue dejando a lo largo del camino.”*

*”Al día siguiente regresó ante el juez para escuchar lo que éste tenía que decirle.”*

*-“Solamente la absolveré —dijo el juez—si ahora regresa al camino y me trae cada uno de los trozos de papel que tiró”.*

*-“Pero, Sr. Juez ¡eso es imposible! ¡El viento ya se lo habrá llevado todo!”*

*-“Precisamente. Es así, también, cómo una calumnia puede ser arrastrada por el viento, y cometer un inmenso daño en el honor de una persona que, después, es imposible de reparar”.*

Quise hacer referencia de la anterior historia, porque el Presidente López no tiene clara la medida y las consecuencias de su retórica diaria en sus conferencias de prensa mañaneras. Durante estos 100 días de gobierno -y desde hace mucho tiempo- ha dedicado buena parte de su discurso a repartir -a diestra y siniestra- toda clase de acusaciones, *SIN MAYOR PRUEBA*, que “su palabra”. *El “viento” (que igual pueden ser los medios informativos como las redes sociales) se han encargado de distribuir sus aseveraciones sin reparo alguno.*

Tal vez, el mandatario mexicano no tiene en claro el daño al honor de personas y de diversas instituciones que ha causado en varias de sus declaraciones y, peor aún, el irresponsable clima de intriga, suspicacia y crispación social que genera en la sociedad mexicana. *El daño producido por su palabra queda y se vuelve irreparable.*

En países con un Estado de Derecho pleno y un sistema de justicia eficiente, AMLO ya habría recibido múltiples demandas penales y civiles. El Presidente López *SABE, GOZA Y ABUSA* de la impunidad que le brindan muchas de nuestras carencias y deficiencias en el marco legal vigente y en el sistema de justicia en materia de protección al honor de las personas. Para justificar sus decisiones, no tiene reparo alguno en lanzar acusaciones que estaría obligado a probar. *Todos los días lanza “al viento” señalamientos, mofas, presuntos delitos, insinuaciones y toda clase de calumnias con tal de mantener viva la llama entre sus seguidores, fascinados éstos con el pugilismo verbal del mandatario.*

¡No me van a callar! clama AMLO en caricaturesca actitud heroica en sus conferencias de prensa mañaneras. Tiene total razón, nadie pretende ni debe pretender silenciarlo. *Lo que sí debe entender el Presidente López es que está obligado a ser responsable por sus palabras. Si aspiramos a un Estado de Derecho pleno, sus acusaciones por corrupción o por cualquier clase de delitos no debe lanzarlas “al viento” (en palabrería irresponsable de conferencia de prensa), sino que debe presentarlas ante tribunales con las pruebas que las sustenten. De lo contrario, la obligación ética del Presidente López sí sería guardar silencio.*

graue.cap@gmail.com

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