Por Marco Antonio Cortez Navarrete
Hablemos de 1982 ese ya lejano año cuando tuve la fortuna de vivir una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida, un consejo que jamás olvidé y del cual me siento afortunado de ser el destinatario; caló hondo y hasta el día de hoy lo tengo muy presente y llevando a la práctica.
Recuerdo que antes de escuchar aquellas palabras sentía que ya dominaba mi trabajo, mi profesión, mi vocación, que ya tenía cierto tramo recorrido; me sentía preparado para cualquier empresa pero grande fue mi sorpresa que no era así. Que había ingresado no a un medio más sino al mejor en materia de medios de comunicación de la región y del país.
En mi haber, según yo, tenía la “experiencia” y conocimientos adquiridos en dos estaciones de radio, una televisora y un medio impreso. ¿Qué me faltaba? me decía a mi mismo, sin embargo, el destino me puso frente a una nueva oportunidad que no debía eludir sino todo lo contrario. Fue así que acudí al llamado y me sometí a las entonces pruebas que se exigían para ser parte de aquella institución. Las superé y dos o tres días después me presenté en punto de las nueve de la mañana, al llegar a un enorme salón de trabajo (redacción) al fondo del mismo estaba sólo una persona (su titular).
Caminé y me detuve frente aquella persona que levantó su mirada por encima del periódico del día que tenía entre las manos y que más que leer revisaba, nota a nota, pagina tras página, fue entonces que dijo: ¿Tú eres Marco Antonio? ¿el que se incorpora a partir de hoy?. Si, le respondí. ¿Dónde has trabajado?, preguntó.
Le respondí con cierto orgullo y presunción. Me miró con más detalle y expresó: “pues a partir de hoy trabajas aquí y comienzas de cero, lo que has hecho aquí no tiene validez” y fue que a partir de ese momento cada semana, todos los días, salía con uno de los 10 ó 12 reporteros, es decir, me rotaban con el fin de que obtenga de cada uno lo que considere necesario para mi desempeño, sin darme cuenta entré a la dinámica de una muy bien aceitada maquinaria donde el orden y la disciplina eran los aspectos fundamentales.
Para esta empresa/medio de comunicación escrito, toda información tenía un valor, pero muy por encima de los eventos cotidianos, también llamados de agenda, había uno más cotizado y trascendente: “obtener una noticia que nadie más tendrá y mucho menos publicará o difundirá y que hará la diferencia con todos los medios existentes en el mercado”.
Las famosas exclusivas se trabajaban de manera minuciosa, casi estratégica. No era nada fácil pero ahí estaba la diferencia y esto, además de los estímulos económicos que representaba, ponía en práctica aspectos como la socialización, creación de contactos y el evidente desarrollo de habilidades como la observación, el análisis y la definición sobre todo del momento preciso para lograr la información y por ende la noticia más relevante, la cual incluso podría ser detonante para marcar más pautas en las agendas de otros medios que sólo cumplían publicando lo rutinario.
Para alcanzar estas metas, obvio, tenías que aprender a moverte solo, a “cazar” tal jaguar detrás del venado. Esta parábola me la llevé años después a un evento internacional de comunicación en San José, Costa Rica. Ahí el instructor, el chileno José Zepeda, de Radio Nederland, hablaba de un tema más o menos similar.
Fue entonces que recordé, levanté el brazo y me puse de pie ante un auditorio lleno. ¿Dime? dijo Zepeda. Y expliqué como aprendí a realizar entrevistas exclusivas agregando de manera espontánea las palabras “cómo venadear al o los entrevistados”. Lo anterior generó sorpresas y risas y Zepeda me pidió repetir las palabras y explicar su significado.
Es muy sencillo, respondí, consiste en fijar tu objetivo, analizar sus pasos, sus movimientos y en algún momento tendrá un punto vulnerable para ser abordado, no importa si tiene o no guardias de seguridad, que tampoco son perfectos, y como todo ser humano tienen distractores.
¿Pero cómo? ¿te lanzas sobre el entrevistado?, exclamó la llamada voz de los noticieros de Radio Nederland, “La Voz de Holanda”. ¡Claro que no! dije de inmediato, al contrario, con sencillez y con educación te acercas, te presentas y después de una primera pregunta “a modo” desactivas toda defensa y con sutileza obtienes lo que quieres.
El sudamericano camino al escritorio abrió su portafolio sacó una libreta y en voz alta dijo “a partir de hoy en mi acervo la palabra ‘venadear’ tendrá un nuevo significado y formará parte de los cursos de periodismo que imparta por el mundo”.
Al final le pedí a José posar conmigo para una foto que no se qué pasó con ella y jamás volví a ver. No obstante si alguien lo conoce o lo tiene cerca recuérdenle esta anécdota que para mi también marcó mi trayectoria en los medios de comunicación.
Hasta la próxima y sean felices.
PD. El jefe de redacción de quien platiqué es el Lic. Jorge Muñoz Menéndez que en paz descanse. Una persona polémica para muchas y muchos pero que en lo personal no tan solo me enseñó y mostró n el camino sino que en los momentos que necesite apoyo me extendió la mano, sin preguntar.


