En el entorno de la discapacidad, uno de los puntos clave antes de iniciar el camino hacia la
rehabilitación, viene de la conciliación entre voluntad y posibilidad.
El médico en rehabilitación realiza un interrogatorio y exploración física exhaustiva en busca de un
diagnóstico. Sin importar si la discapacidad es de origen congénito o adquirido, el primer reto
siempre llega en este punto. Establecer una meta, un objetivo, en donde convergen la realidad y los
buenos deseos, que sea al mismo tiempo: posible en términos clínicos como alcanzable desde una
perspectiva de la voluntad.
Si bien, no puedo hablar en primera persona -mi formación no corresponde a la medicina- si puedo
hablar desde la experiencia de haber trabajado durante 7 años en el CRIT de Yucatán, en donde viví
todos los días el transitar de los caminos hacia la rehabilitación de cientos de familias que de la mano
de los diferentes especialistas médicos y su propia familia y amigos emprendían con entusiasmo y
resiliencia.
Es un viaje difícil y largo, en el que es indispensable contar con todo el apoyo posible. Es una labor
de equipo. Y como todo, está llena de historias de éxito y de fracaso. Un camino en el que no existen
certezas. Como la vida misma.
Si damos un par de pasos hacia atrás para tratar de ver con una perspectiva más amplia, nos
encontramos que en Yucatán el entorno de la discapacidad enfrenta otro tipo de reto, que a su vez,
también depende de dos factores: posibilidad y voluntad.
Está claro que para usted que lee estas líneas, como para todos, lo ideal sería que el paradigma de
la discapacidad fuera otro. Que la discusión se centrara sobre temas como: inclusión, prevención,
investigación. Pero no, esa no es la realidad en la que vivimos, en la realidad la discusión se enfoca
en un solo tema: supervivencia y presupuesto.
En un escenario ideal sería el gobierno el que tendría que hacerse responsable de ofrecer servicios
de la más alta calidad y tecnología que permitieran atender a la totalidad de la población con
discapacidad. Pero esa, tampoco es la realidad en la que vivimos.
Si bien es cierto que el Gobierno del Estado y el gobernador han dado algunos pasos importantes
con relación a la discapacidad; como la creación del Instituto para la Inclusión de las Personas con
Discapacidad del Estado de Yucatán (IIPEDEY), así como la inversión para equipar y ofrecer mayor y
mejores servicios en el Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE). También es cierto que
en un balance general, el resultado ha sido insuficiente, y el saldo de su gobierno con relación a la
atención a las personas con discapacidad se encuentra en números rojos.
Los recortes presupuestales destinados a la rehabilitación de niños y adolescentes a través del CRIT
Yucatán, son devastadores. El presupuesto fue disminuido en un 80% en 2019. La institución que
por más de 10 años ha atendido a miles de familias Yucatecas enfrenta hoy un panorama desolador.
La atención y el tratamiento de cientos de familias está en riesgo. Las peticiones y reclamos de los
padres de familia no han encontrado eco en la actual administración.
Tenemos que ser claros; el CRIT no es por sí solo, la solución final al problema de atención de
personas con discapacidad en nuestro estado. Un CRIT funcionando al 100% de su capacidad, aun
no es suficiente para atender la necesidad de rehabilitación en Yucatán. Sin embargo el prescindir
de sus servicios o tenerlo funcionando a un 20% de su capacidad real es inadmisible ante la
necesidad básica de tantos niños y jóvenes. El CRIT tiene entonces que ser parte de una solución
más integral, que involucre por igual al gobierno y a la sociedad.
La responsabilidad es compartida.
Responsabilidad de la sociedad para apoyar y defender su centro. Colaborando y haciéndose
partícipe de su realidad. El apoyo no termina con la cooperación y el donativo de hace 10 años
cuando se anunciaba su construcción. El apoyo debe de ser permanente y su origen -más allá de una
campaña y un programa de televisión- debe basarse en el orgullo y solidaridad de nuestra tierra y
nuestros coterráneos para con los nuestros.
Es responsabilidad también del CRIT Yucatán que debe de encontrar nuevas y mejores maneras de
vincularse e integrarse con los proyectos de salud del estado. Como institución, el CRIT tiene mucho
que aportar, no como un invitado de lujo sino como un promotor y referente obligado. Vinculándose
con todos los esfuerzos, aislados y dispersos de los diferentes sectores del estado para lograr su
misión principal: la rehabilitación, desarrollo e inclusión de niños y jóvenes con discapacidad.
El CRIT ha dado ya el primer paso, y ha mostrado buenas señales, con una nueva visión y un liderazgo
renovado.
Finalmente para el gobierno, es un tema de posibilidad y voluntad.
Los 44 Millones de pesos anuales que se destinaron durante una década, no parecerían ser un tema
restrictivo en términos presupuestales cuando se trata de la rehabilitación de nuestros niños y
adolescentes, incluso bajo las políticas de austeridad que demanda la realidad actual del país. La
rehabilitación no puede ser un tema de austeridad republicana. La rehabilitación no debe de llevar
banderas de ideología o colores partidistas. El compromiso con el CRIT Yucatán y las familias que
encuentran ahí su única opción de rehabilitación integral, debe de ser irrestricto. En términos
presupuestales, es posible. La pregunta es: ¿existirá la voluntad?
Esperemos por el bien de todos que sí.
El CRIT Yucatán al final, no es propiedad del gobierno, ni de alguna empresa, ni tampoco de la
Fundación Teletón. El CRIT es propiedad del pueblo de Yucatán. De nuestra gente. De nuestros niños
y adolescentes. De la suma de todos las sueños, voluntades y posibilidades que ahí encuentran su
propósito. De todo lo que nos une como pueblo.
Es momento de que todos pongamos nuestro mayor esmero y lo defendamos, por el bien de los
niños y de todos nosotros, como sociedad.