El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha propuesto una medida que podría prohibir la venta e importación de automóviles fabricados con tecnología de China y Rusia, especialmente en autos conectados y autónomos. Esta medida se justifica bajo el argumento de la seguridad nacional, ya que el gobierno teme que los vehículos con tecnología asiática puedan ser vulnerables a ciberataques que comprometan infraestructuras críticas o los datos personales de los usuarios.
La propuesta afectaría principalmente a vehículos que utilicen módulos de comunicación como Bluetooth, wifi, o tecnología satelital. Aunque actualmente es solo una propuesta, se espera que, de ser aprobada, entre en vigor a partir de 2025. Esta medida no solo impactaría el mercado automotriz en EE.UU., sino que también podría afectar la relación comercial con China y Rusia, además de influir en los futuros desarrollos tecnológicos de la industria.
El gobierno estadounidense argumenta que la tecnología utilizada en vehículos modernos, especialmente la relacionada con la comunicación, presenta riesgos que podrían comprometer la seguridad del país. Las investigaciones revelan que los vehículos modernos, al estar conectados a infraestructuras externas y utilizar datos en la nube, son susceptibles a ataques cibernéticos que podrían permitir el acceso a información crítica o incluso el control remoto de los autos.
La prohibición podría comenzar a implementarse en 2025, aunque las restricciones sobre software y hardware tendrían una moratoria hasta 2027 y 2029, respectivamente. El veto afectaría a todo tipo de vehículos de carretera, incluidos autos, camiones y autobuses, aunque no aplicaría para vehículos agrícolas o mineros que no circulan por vías públicas.
Esta medida podría cambiar drásticamente el mercado automotriz en EE.UU., limitando la entrada de vehículos chinos y rusos, y obligando a las armadoras a adaptar sus tecnologías para cumplir con las nuevas normativas de seguridad.
