Se comenta solo…, por: Carlos Ramos Padilla.*
Era un domingo de madrugada, la fecha: 6 de febrero del 2000. Sonó el teléfono antes que el despertador. Llamada urgente desde mis oficinas en la radiodifusora. Me daban aviso: los federales están desalojando a los delincuentes que tienen secuestrados las instalaciones del auditorio Justo Sierra en la UNAM. De inmediato a dirigirse al lugar. La policía federal preventiva al mando de Wilfrido Robledo había cerrado insurgentes en ambos sentidos desde periférico.
Ni modo a dejar abandonado el auto sobre uno de los camellones en el área y a correr hasta rectoría. Ya había girado instrucciones para interrumpir la programación. habitual. Gustavo Méndez Tapia y Jorge Santacruz a cabina, yo transmitiría desde el corazón mismo de Ciudad Universitaria. Cuando llegue al estacionamiento de la Facultad de Filosofía y Letras estaban subiendo a varios camiones a los activistas. Uniformados hacías vallas para que por el centro se condujeran los detenidos hacia los vehículos.
Ahí estaba, monolítico pero generoso como buen universitario, en cumplimiento de un mandato judicial, y por instrucciones del entonces Procurador de la República Jorge Madrazo, Everardo Moreno. Finalmente se estaba desalojando a quienes, sin derecho, desde abril del 1999 habían ocupado las instalaciones y obligado a una huelga que tenía paralizada a la Universidad. Fue un acto legal y necesario. Ahí estaban cuerpos de élite y paracaidistas de la PFP aprehendiendo al pleno del Consejo General de Huelga.
Ya eran las 7:00 cuando el subprocurador A de Procedimientos Penales, Everardo Moreno, da cuenta que se cumple el operativo de acuerdo al mandato de la juez Segundo de distrito, María del Carmen Flores Cervantes, en un acuerdo que dictó el 4 de febrero el procurador Jorge Madrazo. Se ordenaba la restitución de los bienes de la UNAM a los universitarios luego de determinar el delito de despojo. Si no mal recuerdo era 14 con 432 integrantes del CGH entre los que figuraban Mario Benítez, Víctor Alejo, Alejandro Echeverría “el mosh”, Martín Ramos e Iván Zavala. Entre aventones e insultos de los detenidos se escuchó a Everardo Moreno declarar:” es una vergüenza para el país como están las instalaciones…sí, hay bombas molotov, algunas plantas de marihuana, machetes, ningún arma de fuego”.
El Rector Juan Ramón de la Fuente luego de la caída de Francisco Barnés por intentar aumentar el monto de las cuotas pagadas por los estudiantes, ordenó a su dirección de Obras y Conservación, bajo la dirección del Ing. Ricardo Ramirez levantar un peritaje sobre las condiciones estructurales de las instalaciones que habían sido severamente dañadas.
Las butacas fueron usadas como barricadas, las cubiertas de madera en las paredes arrancadas para fogatas, los equipos de sonido y Luz robados. Entiendo que ese inmueble es más grande que el Teatro de los Insurgentes para darnos una idea.
Tras varios intentos de diálogo con los delincuentes las autoridades universitarias habían sido advertidas y amenizadas con puñales. Ernesto Zedillo como presidente y Diódoro Carrasco en Gobernación estaban al tanto de las decisiones para liberar los recintos universitarios. Optaron por tomar defunciones Francisco Labastida, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo (entonces en el PARM), Camacho Solís (PCD) per fue finalmente Gilberto Rincón Gallardo del PSD quien exigiría la dura aplicación de la ley y con su debido rigor para los paristas por “el daño irreparable a la nación”. Era casi el mediodía cuando el estacionamiento de Filosofía y Letras estaba vacío.
Aun transmitiendo me dirigí a Av. de los Insurgentes frente a Rectoría y ahí fue interceptado por quienes se decían agentes federales y a empujones me trasladaron sin orden judicial a uno de los túneles del estadio olímpico exigiendo mi identificación misma que había pedido horas antes durante los empujones y desorden provocado por los apristas y sus simpatizantes. Ahí, secuestrados, también estaban un médico y un trabajador de la construcción.
Decidí abrir nuevamente la señal radiofónica para denunciar este ilícito y ahí en el túnel entrevisté a los dos personajes que estaban amagados solamente por transitar en la zona. Uno de los custodios aviso que estaba “en vivo” transmitiendo y fue suficiente para que nos liberaran. Nunca se identificado y cobardemente se alejaron para no ser exhibidos.
Ese día parecía cambiar la historia para la defensa de la UNAM y la aplicación del Estado de Derecho, sin embargo, meses después células de activistas financiados por la izquierda radical y miembros de grupúsculos de Cuba.
Colombia y Venezuela, secuestraron nuevamente las instalaciones que aún hoy permanecen bajo su dominio. El gobierno actual es otro que por temor, incapacidad o complicidad se han negado a enfrentar a estos delincuentes y reintegran a la UNAM lo que le pertenece.
No olvidemos que la UNAM es zona federal. Pero involucrados en estos movimientos como activistas se recuerda y bien a Claudia Sheinbaum, Imanol Ordorica, Carlos Imaz, Alberto Pacheco “el diablo” (“aprendí comunismo en las calles”, alardeaba) y Martí Batres, entre otros.
Algunos de ellos, ahora gobernantes, al regresar a la UNAM a eventos oficiales han mencionado “no habíamos regresado aquí desde los últimos balazos”.
Hoy el Rector De La Fuente quien exigía autonomía y respeto a la UNAM es empleado de la 4aT y ha tolerado la serie de indultos y agravios contra la institución y sus científicos por parte de AMLO.
Sheinbaum y Batres gobiernan la CDMX, pero ninguno tiene las agallas, temple, honradez y valentía para defender a su Alma Mater y sacar a sus “compás “como así lo hizo, con pundonor y gallardía Everardo Moreno Cruz (tiempo después precandidato a la Presidencia de la Republica) y Jorge Madrazo (quien también fuera presidente de la CNDH).
*Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2 (izzi 135)