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Programas sociales: Entre la “estrategia” y la dependencia

Pascal Beltrán del Rio
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Bitácora, por: Pascal Beltrán del Río. 

Celerino Hernández Mena es un empresario veracruzano
metido en política. En 2021 fue elegido alcalde de Tancoco, un pequeño municipio
huasteco, ubicado a 145 kilómetros al sur de Tampico.

“Desde 2010 me he dedicado a dar empleos”, relató el
viernes pasado, en una charla con reporteros, luego de asistir a un acto de
transparencia en Xalapa.

Contó que las mismas personas a las que él antes
empleaba en giros agrícolas, de la construcción y comerciales, “ya no quieren
trabajar”. ¿La razón? Los programas sociales con los que el gobierno federal ha
inundado la localidad de seis mil habitantes, donde uno de cada dos está
cubierto por ellos.

“Lo que tú nos dabas antes ahora nos lo da el
gobierno, y sin hacer nada”, le dicen los pobladores de Tancoco. “Estaba
comparando la inversión que nos dan como municipio, y los recursos federales
los superan por muchos miles de pesos”, explicó Hernández Mena, quien es
militante de Morena.

“Yo les digo, desde otra visión, pensando en ser un
municipio productivo, ‘vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro’, pero ahora
no quieren, así que estoy operando solo (…) Creen que con los recursos que les
mandan ya no van a tener que trabajar”, agregó.

En Tancoco, que significa lugar de palomas en idioma
huasteco, existen todos los programas sociales, informó el presidente
municipal: apoyos a adultos mayores, becas para estudiantes, Jóvenes
Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, etcétera.

“Les están dando el pescado en la boca y ya no quieren
pescar. Yo no digo que esos programas sean malos, pero debieran seguirse
lineamientos para otorgar los apoyos. Lógicamente, la gente se está haciendo
dependiente de ellos”.

En México, los programas sociales nunca han servido
para sacar a los pobres de su condición. Cuando ha disminuido el número de
mexicanos en pobreza, ha sido por la vía del empleo.

Durante el sexenio del presidente Felipe Calderón,
pregunté a uno de sus secretarios de Desarrollo Social si el programa
Oportunidades había logrado que algunos beneficiarios dejaran de requerir la
ayuda. Cuando me dijo que sí, le pedí datos para publicarlos. Me interesaban
las historias de quienes hubieran conseguido romper las cadenas de la
dependencia con la ayuda gubernamental. La información nunca llegó y realizamos
un reportaje para tratar de probarlo o desmentirlo por nuestra cuenta. Y
encontramos esto: niños cuyos padres recibían ayuda de Oportunidades y que la
habían recibido de programas anteriores, como Solidaridad y Progresa, lo mismo
que sus abuelos. Es decir, los pobres se mantenían, generación tras generación,
atados al asistencialismo.

Estoy seguro que si replicamos ese ejercicio hoy en
día, encontraremos lo mismo. Con un agravante: el actual gobierno no tiene,
siquiera como propósito de fachada, sacar adelante a los pobres. Incluso
presume como un logro que un alto porcentaje de mexicanos sean receptores de
dinero de programas sociales (más allá de que sus datos no sean necesariamente
precisos).

Como ha admitido en un par de ocasiones recientes el
presidente Andrés Manuel López Obrador, la ayuda a los pobres es una
“estrategia” que garantiza el apoyo político hacia su movimiento. Por eso, el
que el número de pobres haya aumentado en la primera parte del sexenio, viene
como anillo al dedo para el oficialismo. Mientras más personas estén sujetas a
la ayuda, mayor el apoyo político. Yeidckol Polenvsky, cuando era dirigente de
Morena, lo había ilustrado así: “Cuando dejan de ser pobres, no se acuerdan de
quién los sacó”.

En un país con tantas desigualdades como México, los
programas sociales deben existir. Pero éstos tienen que ser dirigidos sólo a
quien lo requiere, con resultados medibles y con el objetivo de que los beneficiarios
prescindan de ellos cuando hayan logrado superar la situación de apremio.

Cualquier otra cosa fomenta la dependencia, como dice
el alcalde morenista de Tancoco, y crea un condicionamiento que se traduce en
la obligación de votar por el partido que da la ayuda.

Pascal Beltrán del Rio
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