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Adolescentes prostitutas

Manuel Triay Peniche
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Recuerdo a Federico, aquel joven regiomontano de secundaria que, en el propio salón de clases, jaló el gatillo de una pistola que llevaba en la mochila y mató a su maestra, hirió a tres de sus compañeras y se suicidó.

¿Y la operación mochila? Se preguntaron de inmediato muchos padres de familia, ¿por qué no se aplica en las escuelas?, eso podría evitar tragedias, se decían. Yo te pregunto, a ti padre de familia, ¿por qué dejarles a los maestros una tarea que es nuestra, porque responsabilizarlos de la revisión de miles de mochilas, cuando tú, con la autoridad que representa tu paternidad, con la confianza y el  amor que lleva consigo, sólo tienes que revisar una para evitar tragedias, la mochila de tu propio hijo?

Federico no es uno solo, ni Monterrey es un caso aislado. Te invito a Zacatecas, a su cabecera municipal, a Guadalupe o a Fresnillo; ahí las niñas, también de secundaria, se prostituyen en sus propios planteles con sus compañeros, lo hacen en los recreos o en cualquier tiempo libre.

Adriana Rivero, titular de  la Secretaría de la Mujer de ese Estado, ha puesto el grito en el cielo: “niñas que por 20 ó por 50 pesos están vendiendo sus cuerpos en la secundaria”, advierte asustada y angustiada.

Y cuando podríamos esperar, como suele ocurrir, que la autoridad lo niegue o desmienta, la secretaria de Educación zacatecana, Gema Mercado, le echa más leña al fuego: en nuestras  escuelas del Estado, dice, que son más de cuatro mil, ocurren y se expresan todos los problemas sociales… todos, de violencia, de discriminación, de prostitución, y de delincuencia”.

“No nada más tenemos este tipo de problemas; todos los problemas que conozcamos de la sociedad los tenemos en las escuelas”, enfatizó Mercado, al señalar que los centros escolares son expresión de la sociedad.

Hay un viejo adagio: cuando veas las barbas de tu vecino rasurar pon las tuyas de remojar. Es decir, no podemos echar esto en saco roto, no pensemos que Yucatán está exento de  Federicos y de adolescentes prostitutas, no esperemos que se caiga el niño para tapar el pozo. ¿Por qué no prevenir?

Esos encuentros en las secundarias zacatecanas se pactan por medio de las redes sociales, o al menos es el denominador común y ya usted sabrá qué hacer con sus hijos e hijas, si les revise sus teléfonos o se informa mejor de quiénes son sus amistades o sus novios, o de verdad se interesa en ellos y platican abiertamente y los acompaña en la vida diaria como debería hacerlo.

Pero la realidad está ahí, lo que ocurre hoy en Monterrey y en Zacatecas puede ocurrir o estar ocurriendo en Yucatán, y como quiera que sea es una advertencia seria. Usted y yo debemos preguntarnos si hemos cumplido con la educación de nuestros hijos, si los hemos formado en los valores y virtudes que los hagan transitar con éxito por este mundo de violencia, discriminación, abúlico y de corrupción que les estamos heredando.

No se puede combatir el problema de las escuelas sin la participación de los padres de familia y como dice la funcionaria zacatecana las escuelas son el reflejo de la sociedad, los niños el reflejo de sus padres y del trabajo que han hecho o dejado de hacer.

No querramos culpar al vecino de nuestros problemas.

Manuel Triay Peniche
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