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El Frente… de frente

Enrique Vidales Ripoll
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Por Enrique Vidales Ripoll / @chanboox

Los verdaderos líderes no dominan,
se ponen a trabajar en equipo.

La democracia se debe sustentar en la capacidad de los actores políticos para lograr los consensos necesarios para consolidar proyectos de gobierno. Para lograr esto es trascendental la madurez y el oficio político para encontrar entre las diferencias los puntos de coincidencia, sin dejar a un lado el interés general. Un gobierno de coalición es la expresión que integra lograr un estadio de desarrollo político que une intereses diversos en un proyecto único y compartido entre diferentes fuerzas políticas.
Lamentablemente en México no hemos podido concretar verdaderos gobiernos de coalición. La segmentación partidaria externa e interna que llega al sectarismo político impide el diálogo que conduce a una negociación política para unificar ideas para un proyecto de gobierno. Las alianzas de partidos políticos en México han tenido una finalidad más pragmática y utilitaria para una contienda electoral que no trasciende en la constitución de un gobierno electo.
Es por ello de que cuando se planteó el tema de la unión entre los partidos de Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) levantó muchas expectativas. Ideológicamente separados pero unidos en una propuesta para hacer más fuerte a México. Sin embargo, parece que todo ha sido un intento estratégico para levantar la intención de voto de los caídos contra el régimen de gobierno actual.
En los hechos se observa que el Frente Ciudadano es más un mecanismo de negociación cupular para asegurar las candidaturas sin que medie la voz y los intereses de la militancia. De ahí que no cumple con la condición de fortaleza por no ser un camino natural de una supra organización política, sino más bien, se percibe el intento de simular los genuinos intereses partidistas para favorecer tanto a Ricardo Anaya como Alejandra Barrales, presidentes del PAN y PRD respectivamente, en la búsqueda de candidaturas a la presidencia y al gobierno de la Ciudad de México.
El primer golpe lo dio Margarita Zavala cuando renuncia al PAN y anuncia acogerse a la figura de candidata ciudadana. El PRD dice apoyar a Manuel Mancera para la candidatura presidencial; mientras Dante Delgado, coordinador nacional de Movimiento Ciudadano, se pone a repartir las candidaturas exigiendo tiempos fatales para definir el destino del Frente.
Todo esto viene a minar el camino de consolidación del Frente. Algo que no inició por una necesidad de la militancia sino por una ocurrencia de los directivos de cada partido que lo conforma. Es lo que termina de sepultar la gran expectativa política inicial. Lo que es claro ante la ruptura del Frente es que la percepción de la caída será proporcional a la expectativa de su conformación. Ya que este proceso va más allá de solo confirmar lo que todos sabemos: la gran dificultad que tienen los actores políticos para encontrar las coincidencias.
Aunque se logrará la conformación del Frente para sacar una candidatura en común, el tiempo de la indefinición para su nominación será una carga para el candidato. Lo peor es el fracaso, ya que ese escenario ejercerá una gran presión a vencer. Por lo cual, independiente del resultado, el rezago será cada vez más gigantesco si no se soluciona el tema lo más pronto posible.
Así comienza la contienda electoral. Mucha calentura y ánimos encendidos entre las fuerzas políticas que quieren contender en las próximas elecciones.
Hasta ahora hay dos candidatos… los que vengan tendrá que “interrumpir” entre el debate que ya existe entre Meade y AMLO, que ya se encuentran enganchados en los dimes y diretes sin que aún empiecen la contienda general.

AL CALCE.- Sobre el tema de la amnistía que sugiere AMLO para la delincuencia organizada valdría la pena acotar dos aspectos fundamentales: (1) la naturaleza psicológica del delincuente y (2) la aspiración de justicia que pide y exigen las víctimas.
Dice López Obrador que él dice lo que piensa. Esto es grave e incompatible con la acción de gobierno. La mesura y discrecionalidad son necesarias para gobernar dentro de un marco y contexto democrático. Se hace prioritario que el gobernante agote todos los recursos personales y de apoyo que le permita un mejor discernimiento. No se nos olvide que todos podemos equivocarnos.

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