Por primera vez en la presente Feria de san Isidro, los tendidos presentaron un aspecto acorde con la categoría del primer serial taurino del mundo.
La lluvia de los días anteriores dejó paso a un clima extraño, el viento presagió la llegada del frío a los tendidos, que acabó por confirmar el manso encierro de “El Pilar”.
No se parecieron “Jacobero” y “Mira-Bajo”, los toros del lote que le cayó en suerte (o desgracia, según se mire) a José Garrido, a ninguno de la extraordinaria corrida que el hierro salmantino lidió recientemente en la Feria de Abril de Sevilla.
Pudo lucir, una vez más, José Garrido, su toreo de capa ante el tercero de la tarde en un breve racimo de verónicas genuflexas antes de que el toro se viniera abajo en el último tercio.
Buscó en un pozo seco de bravura y la afición agradeció que abreviase ante la escasa condición del animal.
El mismo guionista escribió la historia del sexto, ante él Garrido arrancó los olés más profundos de la tarde. Verónicas que la embestida de “Mira-bajo” convirtió en delantales cadenciosos.
De nuevo todo fue el preludio de una faena de muleta en la que sólo pudo demostrar su disposición el torero extremeño ante un público que ya había dado la tarde por terminada. Dos estocadas certeras pusieron punto y final a su primera tarde en San Isidro.
La ovación del respetable al abandonar el coso venteño fue un recordatorio de la cita de José Garrido con los fuenteymbros el próximo 17 de mayo.
No tuvieron fortuna Diego Urdiales y David Mora, si el riojano logró los mejores pasajes de su actuación sobre el pitón derecho del que abrió plaza, el de Toledo acabó atragantándose con el descabello antes el quinto y tuvo que escuchar el temido tercer aviso ante la imposibilidad de despenar a su oponente y tuvo que sobrellevar la ira del público madrileño.