Una explosión en el canal de agua Ibar-Lepenac, ubicado en el norte de Kosovo, ha interrumpido el suministro de agua y electricidad en varias ciudades del país. El incidente, ocurrido el viernes por la noche cerca de la localidad de Vrage, afectó a las principales plantas de energía y al abastecimiento de agua potable, incluyendo áreas de la capital, Pristina.
El primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, calificó el suceso como un “acto terrorista” y responsabilizó a grupos apoyados por Serbia. Kurti señaló directamente al presidente serbio Aleksandar Vučić y a Milan Radoičić, acusándolos de estar detrás del ataque.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Serbia, Marko Đurić, rechazó estas acusaciones, calificándolas de infundadas y afirmando que “socavan los esfuerzos para un diálogo constructivo y solo sirven para escalar las tensiones en una situación ya delicada”.
La policía de Kosovo ha detenido a ocho personas sospechosas de estar involucradas en el ataque. Durante las operaciones, se incautaron armas, municiones, uniformes militares y policiales, dinero en efectivo y otros artículos en diez ubicaciones en el norte del país.
Según el jefe de la policía de Kosovo, Gazmend Hoxha, se utilizaron entre 15 y 20 kilogramos de explosivos para dañar la infraestructura crítica.
La Unión Europea y Estados Unidos han condenado enérgicamente el ataque y han instado a que los responsables sean llevados ante la justicia. El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, calificó el acto como “despreciable” y pidió la cooperación de todas las partes con las autoridades kosovares.
La embajada de Estados Unidos en Pristina declaró que “estas acciones violentas no tienen lugar en una sociedad democrática, y aquellos responsables de estos ataques criminales contra las autoridades legítimas de la República de Kosovo deben rendir cuentas”.
La presidenta de Kosovo, Vjosa Osmani, expresó su preocupación de que estos ataques buscan desestabilizar no solo a Kosovo, sino a toda la región. Las relaciones entre Kosovo y Serbia siguen siendo tensas desde que Kosovo declaró su independencia en 2008, una soberanía que Serbia no reconoce. La comunidad internacional ha instado a ambas partes a implementar acuerdos recientes destinados a normalizar las relaciones.
En respuesta al incidente, las fuerzas de paz de la OTAN han incrementado su presencia en la zona afectada para garantizar la seguridad y prevenir futuros ataques.