Editorial La Revista Peninsular
Aumentaron las tensiones entre México y Estados Unidos
previo a la IX Cumbre de las Américas, la cual habrá de celebrarse el próximo 6
de junio en Los Ángeles, California. Ante la pretensión del gobierno
norteamericano de no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, el presidente López
Obrador amenazó con no asistir al evento a manera de protesta. La postura del
mandatario mexicano parece noble en primera instancia, pero, tras analizar el
contexto, salen a relucir intereses personales y surgen dudas sobre si éste es
un conflicto que vale la pena asumir.
Estados Unidos será el próximo anfitrión de la Cumbre
de las Américas, evento que reúne a los mandatarios de los países del
continente americano. Su objetivo inicial fue crear una zona de libre comercio
en todo el continente, pero dicho objetivo fue abandonado con los años ante la
falta de acuerdos.
Para esta edición de la Cumbre, el gobierno
estadounidense ha compartido que no planea invitar a los mandatarios de Cuba,
Venezuela y Nicaragua por considerar que no tienen un compromiso con el
desarrollo de la democracia. Importante mencionar que a Cuba le abrieron las
puertas de la Cumbre desde hace dos ediciones, en Panamá 2015.
La postura de Estados Unidos es cuestionable ya que es
cierto que en dichos países ha habido represión en contra de opositores y,
particularmente en Venezuela y Nicaragua, los presidentes fueron elegidos bajo
condiciones poco democráticas. No obstante, hay mandatarios que sí fueron
contemplados para el evento los cuales han tomado acciones que atentan contra
la vida democrática de sus países, como Nayib Bukele de El Salvador o Jair
Bolsonaro de Brasil.
Durante varios días, Andrés Manuel López Obrador pidió
a Estados Unidos reconsiderar su postura e incluso tuvo una llamada con el
presidente Joe Biden en la cual le pidió invitar a todos los mandatarios. Luego
de ver que sus peticiones no parecían ser efectivas, amenazó con no asistir a
la Cumbre si se excluía a algún mandatario del continente; en su lugar, iría el
Canciller Marcelo Ebrard.
La posición del presidente López Obrador es por demás
interesante ya que aparentemente busca ser un tipo de interlocutor entre
América Latina y Estados Unidos o un defensor de los pueblos excluidos. Este es
un objetivo noble, pero el contexto trae dudas sobre sus intereses. No está
claro si su intención es ayudar a los pueblos de Cuba, Venezuela y Nicaragua o
a los controversiales mandatarios de estos países. A fin de cuentas, dichos
mandatarios son sus amigos, en especial Miguel Díaz-Canel de Cuba y Nicolás
Maduro de Venezuela.
Habrá que ver las reacciones del gobierno
estadounidense ante la posición del presidente Andrés Manuel pues lo más
probable es que no estén contentos; mientras tanto, se han limitado a expresar
que todavía no se envían las invitaciones para el evento, con lo cual se dio a
entender que aún es un tema por definir. Ahora bien, bajo ningún motivo el criterio
de actuación del gobierno mexicano debe ser evitar molestar a Estados Unidos
pues México es una nación soberana con intereses propios. Sin embargo, debido a
la importancia de la relación que existe entre ambos países, sí debe haber
prudencia con respecto a cuáles conflictos emprender y cuáles evitar.