Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
Cada segundo cuenta, es una carrera contra el tiempo, contra el reloj.
En menos de un año, a nivel mundial, suman 61 millones 743 mil 588 personas infectadas por el coronavirus COVID-19.
De esta cifra, un millón 444 mil 648 personas no sobrevivieron a la enfermedad…murieron.
Estados Unidos, la primera potencia mundial, marca la pauta con el mayor número de infectados y muertos por COVID-19…increíble, 264 mil decesos y 13, sí, 13 millones de contagios.
Le siguen en la nada honrosa lista, Brasil y la India…México, desgraciadamente no es la excepción, está en cuarto sitio con más de 104 mil decesos (oficiales), seguido de Reino Unido, Italia, Francia, Irán, España y Rusia.
En este concierto donde nadie se escapa, donde no hay donde esconderse (más que en tu casa siempre y cuando el virus no ingrese a través de algún amigo o familiar) el número de víctimas crece, segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora y día tras día.
En este sentido la carrera para concretar y masificar la vacuna se ha convertido en el mayor reto de la ciencia mundial. Ya hay varios proyectos casi, casi concretos para salir al mercado y llevar consigo de la esperanza de ponerle un alto a esta atrocidad que llegó en 2020 y que ya dije con anterioridad será un año que pasará a la historia de la humanidad como una calamidad comparada sin duda con los resultados de múltiples guerras y de aquella inolvidable y nada grata epidemia conocida como La Gripe Española, en 1918 y que se dice dejó un saldo de entre 50 y 100 millones de pérdidas humanas.
Claro está que la ciencia y la tecnología médica no era como la actual, y la gripe se llevó a quienes tenía y debía llevarse. Hoy las industrias y empresas farmacéuticas trabajan las 24 horas del día buscando, afinando y definiendo lo que se espera detenga esta situación que no tan solo ha cobrado vidas sino que también ocasionado una de las crisis económicas mundiales más difíciles y complejas de las que se tenga memoria.
En México con 104 mil 242 muertes, según la Secretaría de Salud, en el corte técnico de ayer viernes y un millón 78 mil 594 casos de contagio acumulados, pareciera, y lo digo con seriedad y sin halagos, que más allá de las estrategias diseñadas para enfrentar la pandemia, las gestiones del canciller Marcelo Ebrard hacen voltear la cara al cielo, ver el sol, y decirnos que aún hay esperanza.
Este sábado Ebrard, creo yo, uno de los mejores sino que el mejor, funcionario del gabinete de AMLO, difundió una invitación para quienes deseen ser voluntarios en las pruebas de las vacunas contra Covid-19 en México.
También lo hizo la jefa del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien tiene ante sí uno de los mayores retos de su vida pública al encabezar el gobierno de una de las urbes más grandes del mundo y donde -desgraciadamente- parece haber un repunte de casos que amagan con saturar de nuevo hospitales, equipos y llevar al extremo, una vez más, el trabajo del personal sanitario.
Ayer mismo y es importante recordar las autoridades sanitarias federales recordar que Chiapas y Campeche son las únicas entidades que seguirán en color verde para la semana que va del 30 de noviembre al 6 de diciembre. No así Durango y Chihuahua que continuarán en un semáforo rojo que seguramente los pondrá a pensar un poco más en las necesarias medidas de protección y cuidado.
Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Zacatecas y la Ciudad de México, en color naranja, salvo en esta última, la capital, que ve como gradualmente el color se va volviendo rojo.
Yucatán, digan lo que digan tiros y troyanos, la pandemia, lenta, muy lenta, pero se va frenando y con esto bajando el numero sobre todo de lamentables decesos, no así la cantidad de contagios cuya cifra me recuerda a los “sube y baja” que hay en los parques para los niños.
Hasta ayer viernes eran 23 mil 510 los casos de COVID-19 en Yucatán y de esta cifra 2 mil 683 personas ya no están entre nosotros. El semáforo seguirá en naranja aunque el gobierno federal quiera atenuar el color y es aquí donde considero que las autoridades y sobre todo la cultura de los yucatecos han jugado un papel esencial para desacelerar la hambrienta carrera del COVID-19. Han habido medidas nada gratas, nada populares e incluso que seguramente tienen o tendrán un costo político pero en la consciencia estará tranquila de haber hecho lo necesario, por el bien de todas y todos.
Hoy solo queda esperar, contar con minutos, las horas, los días para que por fin la vacuna sea una realidad y se aplique a quienes la necesitan y a quienes creen en ella para combatir a este fenómeno de salud que nos ha puesto a contar contagios, enfermos, decesos y…especialmente los días para que esta pesadilla termine.
Hasta la próxima y cuídese…esto aún continúa.
PD. En breve la UADY romperá el molde. Las elecciones para los próximos integrantes del Consejo (máximo órgano de gobierno) serán electrónicas. Maestros y alumnos votaran apretando un botón para elegir a quienes los representarán en dicho consejo que, dicho sea de paso, será quien organizará los festejos del centenario de la fundación de la Universidad Nacional del Sureste, hoy Autónoma de Yucatán. Mi reflexión es: ¿tiempos de cambio?, ¿de mayor democratización en la institución dominada hoy por un puñado de familias en la administración central?