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Chairos del mundo: uníos

José Zenteno Dávila
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Por: José Zenteno.

Hace unas semanas tuve un debate con un familiar cercano que vive en los Estados Unidos y es ciudadano norteamericano. La discusión nos llevó a hablar sobre la situación de inseguridad y violencia que ocurre en Suecia (un caso muy similar al de México por el elevado consumo de drogas sintéticas entre los jóvenes). Llegó un momento en que los argumentos y la emotividad con que mi contraparte debatía me recordaron a la de cualquier simpatizante radical del presidente López Obrador, aquí los conocemos como “chairos”. En ese momento detuve la discusión porque sabía que al final habría un rompimiento ocasionado por los adjetivos que comenzaban a surgir en medio de un debate absolutamente intrascendente. Por fortuna prevaleció la prudencia y no hubo daños innecesarios.

Lo que subyace de este episodio que viví en la privacidad del WhatsApp es la existencia de chairos defendiendo la agenda supremacista blanca en lo general y la del presidente Donald Trump en lo particular. Personas con algo de instrucción y experiencia profesional -de quienes uno esperaría argumentos dentro de los límites de la razón y la cordura- son capaces de insultar y convertir en fratricida un debate con tal de conservar intactas sus convicciones políticas. Ese es el poder persuasivo de una estrategia populista.

Me puse a investigar en las redes sociales y pude observar que las bases chairas de los líderes populistas tienen muchos aspectos en común sin importar que unos provengan de países en vías de desarrollo y otros de países desarrollados. Las características que los identifican son:

1. Defienden sus convicciones políticas del mismo modo que un fanático religioso lo hace por su fe.
2. Creen que su verdad es la única posible.
3. Se consideran a sí mismos dueños de una intelectualidad superior a pesar de que sus recursos de lenguaje y sus argumentos son limitados.
4. Dicen que han leído mucho y cuentan con fuentes de información confiables, pero nunca ofrecen bibliografía y cuando mencionan algún autor sus citas suelen tergiversar las ideas originales.
5. Al sentirse acorralados y sin argumentos, suelen confrontar con adjetivos para provocar enojo y recurren a un guión de frases para denigrar, insultar y confundir.
6. Rechazan datos de fuentes reconocidas y confiables que exhiban la falsedad de sus conclusiones.
7. Nada es más importante que imponer su verdad, ni la amistad, ni la familia, ni la razón.

La pregunta que surge luego de observar el patético cuadro humano que se dibuja en la conducta de los chairos del mundo ¿Qué los hace actuar de ese modo? Antes de responderla, primero habría que describir el perfil de un chairo:

1. Frustración. La mayoría son personas que no alcanzaron en sus vidas lo que un día soñaron, lo cual les provoca un marcado resentimiento social.
2. Negación de responsabilidad. Se trata de personas incapaces de admitir que fueron ellos y nadie más los responsables de no haber alcanzado sus propósitos de vida.
3. Holgazanes e irresponsables. Gente que en algún momento fueron o son omisas de cumplir con sus obligaciones.
4. Escasa cultura y compromiso social. Detrás de las pocas horas de lectura y reflexión hay personas incapaces de apreciar la belleza en las obras humanas, ya sea en las artes o en el servicio a los demás. 

Es cierto que no todos los ignorantes, irresponsables, egoístas, insensibles e incultos son chairos. La pregunta entonces es ¿qué ofrece el discurso populista que atrapa a gente con estas características y los convierte en fanáticos?

1. Un culpable y una explicación. Resulta reconfortante que un discurso político señale a un enemigo del pueblo y lo haga culpable de todas las carencias que le aquejan. Eso resuelve un dolor de conciencia porque el holgazán frustrado ya tiene a quien culpar: unos señalan a los inmigrantes, los musulmanes, los negros, los latinos, los mexicanos, los infieles, mientras que otros señalan a los corruptos, los ricos, los empresarios, los políticos, los gobernantes, los “de arriba”.
2. Un líder carismático a quien seguir, alguien que se parece a ellos con una historia de vida similar. El líder populista de los pobres se presenta ante su pueblo como una persona de origen humilde que ha sufrido y enfrentado las calamidades de los de arriba (el enemigo). El líder populista de los conservadores se presenta como un ejemplar arquetípico de la raza, la ideología y/o las cualidades que los definen como pueblo y los distinguen de los extraños (el enemigo).
3. Un mensaje estridente que anticipa una crisis y llama a la ruptura. El conflicto y la estridencia entran en sintonía con el ánimo de los chairos a quienes no les importa quién la hizo sino quién la paga.
4. Una comunidad de personas que sienten y piensan igual que ellos. Puedo imaginar que muchos de los chairos eran disfuncionales en el mundo real y encontraron en el entorno digital un nuevo hábitat donde sus “ideas” y sus “sentimientos” son aceptados y compartidos por otros. Cada posteo que reproduce el mensaje populista reafirma la ilusión de pertenecer a un colectivo que va a rescatar al pueblo de las garras del enemigo. Las redes sociales son el espacio ideal para expandir mensajes de ruptura porque el algoritmo está diseñado para reproducir contenidos que provocan interacciones, y nada genera más interacción que mensajes emotivos e indignantes.
5. Un razonamiento simple al alcance de cualquiera. Los líderes populistas tienen explicaciones sencillas para resolver problemas complejos y usan expresiones de uso popular para comunicarlas. Al chairo le resuelven la fatiga de pensar porque las explicaciones están al alcance de un intelecto rudimentario que detesta la intelectualidad de las élites.

También es cierto que no todos los simpatizantes populistas son chairos. A esos “otros” les llamaremos simpatizantes moderados, personas con perfiles y motivaciones distintas a las descritas en este texto. Lo interesante y alarmante del momento populista que viven las democracias de todo el mundo es la existencia de un segmento con características similares y que bien podrían unirse en un movimiento global. Lo que me pregunto es si el estado chairo es una condición estructural de los individuos o es coyuntural provocada por una estrategia de propaganda populista que se propaga a través de las redes sociales. 

José Zenteno Dávila
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