Tras la renuncia oficial del Papa Francisco al pontificado por motivos de salud, la Iglesia Católica se encuentra nuevamente ante uno de sus momentos más solemnes y decisivos: el cónclave, la antigua ceremonia que reúne a los cardenales del mundo para elegir al sucesor de San Pedro. Este proceso, envuelto en tradición, misterio y simbolismo, no solo marca el futuro de la Iglesia, sino que también capta la atención de millones de fieles, líderes políticos y medios internacionales.
¿Qué es un cónclave?
El término cónclave proviene del latín cum clave, que significa “bajo llave”. Y ese es precisamente el espíritu de esta reunión: aislamiento absoluto, introspección espiritual y total confidencialidad. El cónclave es el proceso mediante el cual el Colegio Cardenalicio —los príncipes de la Iglesia— se encierra en la Capilla Sixtina, en el Vaticano, para elegir mediante votación secreta al nuevo obispo de Roma y líder de la Iglesia Católica.
¿Quiénes participan?
En 2025, se espera que aproximadamente 120 cardenales menores de 80 años participen en la votación. Estos cardenales provienen de distintas partes del mundo, lo cual garantiza una representatividad global y una visión amplia sobre los desafíos que enfrenta la Iglesia. Los cardenales mayores de 80 años pueden asistir a las ceremonias previas, pero no tienen derecho a voto.
Las fases del proceso
- Misa Pro Eligendo Pontifice
Antes del inicio del cónclave, los cardenales concelebran una misa en la Basílica de San Pedro pidiendo la guía del Espíritu Santo. Esta misa, abierta al público, da inicio al proceso oficial. - Entrada al cónclave y juramento
En procesión solemne, los cardenales ingresan a la Capilla Sixtina, donde toman un juramento colectivo de secreto absoluto. La frase tradicional “Extra omnes” (“¡Fuera todos!”) marca el momento en que se cierran las puertas y comienza el aislamiento. - Votaciones
Cada cardenal escribe en secreto el nombre de su candidato en una papeleta, la dobla y la deposita en una urna sobre el altar. Para ser elegido Papa, un candidato necesita obtener dos tercios de los votos. Generalmente, se celebran dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. Después de cada ronda, las papeletas son quemadas en una estufa especial dentro de la Capilla. Si no hay resultado, el humo es negro (fumata nera). Si se alcanza un consenso, el humo se vuelve blanco (fumata bianca), señal inequívoca de que hay nuevo Papa.
¿Qué ocurre cuando hay un elegido?
Una vez alcanzada la mayoría requerida, el decano del Colegio Cardenalicio pregunta al elegido: “¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?” y, en caso afirmativo, le solicita el nombre papal que desea asumir. Tras vestirse con los ornamentos pontificios, el nuevo Papa es llevado a la logia central de la Basílica de San Pedro, donde el cardenal protodiácono pronuncia la famosa frase: “Habemus Papam” (Tenemos Papa).
Minutos después, el nuevo líder de la Iglesia Católica aparece por primera vez ante el mundo, ofreciendo su primera bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo).
Un momento decisivo
El cónclave no es una simple elección política. Para los creyentes, se trata de un acto espiritual profundo, guiado por la oración y la inspiración divina. Sin embargo, también es un proceso con implicaciones humanas, sociales y geopolíticas: el Papa no solo dirige una religión con más de mil millones de fieles, también influye en temas globales como los derechos humanos, la paz, la ecología, la migración y el diálogo interreligioso.
Expectativa mundial
En esta nueva edición del cónclave, se espera que la elección refleje los grandes desafíos actuales de la Iglesia: una fe global en crisis de vocaciones, escándalos de abuso aún latentes, el papel de la mujer, el equilibrio entre tradición y modernidad, y la necesidad de un liderazgo pastoral y profético. La elección del próximo Papa definirá el rumbo espiritual e institucional de la Iglesia para las próximas décadas.
