Los mortales ataques con explosivos en las afueras del aeropuerto de Kabul este jueves han alimentado los temores de muchos: que Afganistán vuelva a convertirse en caldo de cultivo para el extremismo.
Las potencias occidentales se apresuraban para evacuar a sus nacionales del país ante la amenaza de un ataque inminente que finalmente se cumplió y mató a al menos 90 personas.
Una franquicia de Estado Islámico (EI), llamada Estado Islámico del Gran Jorasán, reclamó la autoría del atentado y ahora Estados Unidos se prepara para responder.
Desde la llegada del Talibán al poder, la comunidad internacional tenía bajo lupa tanto a Estado Islámico como Al Qaeda (La Red), dos grupos debilitados pero que buscan reforzarse tras el colapso del gobierno afgano y la retirada de tropas occidentales.
El Talibán niega que el país pueda convertirse en un santuario para terroristas, pero algunos lo ponen en duda.
“No estoy seguro del valor de esas palabras porque escuchamos las mismas afirmaciones en los 90”, advierte a BBC Mundo Bruce Hoffman, investigador principal de lucha contra el terrorismo y seguridad nacional en el Council of Foreign Relations en Nueva York, Estados Unidos.
Entre 1996 y 2001, bajo dominio Talibán, Al Qaeda floreció en Afganistán y orquestó ataques por el mundo. Ahora preocupa que vuelvan a ganar poder a la sombra del gobierno talibán, sus aliados.
Estado Islámico, por otra parte, quiere volver a hacerse fuerte tras su derrota en Siria e Irak y la caída de su autodenominado califato. Esta organización es enemiga tanto de Occidente como del Talibán y Al Qaeda.
A día de hoy, ¿qué tan fuertes son al-Qaeda y EI en Afganistán? ¿Cómo es su relación con el Talibán?
Fuentes de inteligencia han atribuido al grupo algunas de las peores atrocidades que han tenido lugar en Afganistán en los últimos años, como ataques dirigidos a escuelas de niñas, hospitales e incluso una sala de maternidad donde, según informes, mataron a tiros a mujeres embarazadas y enfermeras.
Mientras que el Talibán insiste en que su objetivo no va más allá de lo que suceda en Afganistán, EI ha mostrado una postura más expansionista y dura contra Occidente y los poderes de las Naciones Unidas.
“EI Jorasán tiene una visión muy diferente de cómo debe funcionar Afganistán. Son incluso más feroces que el Talibán”, explica Groppi.
Al Qaeda
Según un informe reciente de las Naciones Unidas, Al Qaeda está presente en al menos 15 provincias afganas, fundamentalmente en las regiones del este, sur y sudeste del país.
“Es una presencia significativa. Prácticamente ocupan la mitad del territorio, incluso antes de la caída de Kabul”, contextualiza Hoffman.
“En total, se estima que Al Qaeda tiene entre 400 y 600 combatientes, pero yo esperaría que esos números crezcan tras la victoria talibán”, complementa a BBC Mundo Colin Clarke, investigador y analista de seguridad en el Soufan Center de Nueva York.
El 29 de febrero de 2020, Estados Unidos, presidido por Donald Trump, firmó un acuerdo con los talibanes en Doha, Qatar, donde fijó un calendario para la retirada de sus tropas y aliados tras casi 20 años de conflicto.
A cambio, Washington obtenía el compromiso de que los talibanes no permitirían “que ninguno de sus miembros, ni otras personas o grupos, incluida Al Qaeda, usen el territorio afgano para amenazar la seguridad de Estados Unidos y sus aliados”.
La invasión de Afganistán fue parte de la “guerra contra el terror” declarada por el expresidente estadounidense George W. Bush tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
El Afganistán de los talibanes era una de las bases de Al Qaeda y la inteligencia estadounidense ubicaba allí y en el vecino Pakistán la sede principal de actuación de su líder, Osama Bin Laden.
Las Naciones Unidas aseguran que el Talibán y Al Qaeda continúan alineados. De hecho, denuncian que el vínculo se ha profundizado como consecuencia de matrimonios y vínculos tribales.
Expertos opinan que el Talibán y Al Qaeda mantendrán una postura de distancia y discreción, mientras que el primero consiga sus objetivos de control del país.
El Talibán lo niega y se reafirma en que respeta los puntos de Doha y no tiene vínculos con esta organización.
“El Talibán prometió detenerles de atacar a EE.UU. y Occidente, pero eso no significa que no utilicen Afganistán para desestabilizar Asia o, quizás, provocar tensiones nucleares entre India y Pakistán”, advierte Hoffman.