Por: Jorge Valladares Sánchez*.
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De tiempo en tiempo, y cada vez más frecuentemente desde que entramos a la maldita posmodernidad, me encuentro con ejemplos de frases a las que estamos tan acostumbrados que las ignoramos o entramos a discutirlas como si no detectáramos lo ridículo que es incluso mencionarlas.
¿Subir para arriba? ¿Entrar para adentro? “Mas sin en cambio”… e incluso “mas sin embargo”, je. El caso es que en algún punto del camino, el diccionario y la etimología tienen que recuperar terreno, para devolvernos al logos, al orden, a la claridad, al sentido y la utilidad, inclusive.
Hace algunos años escuché en una reunión de especialistas en Derechos Humanos a una persona que fungía en ese rol, afirmar propositiva, positiva y tajante: “Tenemos que entender que las víctimas también son seres humanos y tratarles como tales”. Se refería, sí, claro, a las víctimas humanas, y el diccionario inicia cada una de sus definiciones de esa palabra diciendo “persona”.
Sé que se entiende el énfasis y el deseo de con esa frase promover sensibilidad, la pregunta es: ¿Quiénes, cuándo y hasta qué grado la perdimos, para que sea necesario el planteamiento con un pleonasmo? Y peor, que pasemos a discutir el asunto, opinar, etcétera, sin reparar que el tema es que descuidamos, en conjunto, lo humano, no que no tengamos un protocolo o ley “para las víctimas”.
En fin, ayer leí una nota de Forbes encabezada: “Los próximos consejeros electorales no deben ser voceros partidistas, alertan”. Y amplía: “o ‘correa de transmisión’ de algún ente, refirió un experto en la materia”. A continuación, desarrolla la forma en que la ley establece el relevo en el Consejo General del INE, que en estos días es tema nacional de alarma, atención, elucubración o, hay quien teme, complot; y la postura, de este efectivamente experto, sobre la importancia de que las elecciones estén a cargo de un organismo de hecho autónomo.
Siendo un tema que respeto, el de la democracia, y una entidad (el Instituto Nacional Electoral) muy cercana a la institución en la que ahora sirvo decidí hacer algo más que ver el claro ejemplo de redundancia u obviedad y revisar qué puedo aportar para ayudar a entender cómo demonios llegamos aquí: el punto en el que los expertos y los actores sociales con voz reconocida tienen que alertarnos sobre la forma en que la autonomía sólo puede ejercerse con un Consejo General autónomo.
Con la siempre amable disposición de La Revista, compartiré una serie de entregas sobre obviedades y conceptos sobre la democracia, que nos permitan ubicarnos un poco en el grado de distorsión que hoy vivimos en este concepto y los riesgos de dejar que esa tendencia continúe, que en esencia se parece al de tirar al niño con todo y el agua sucia de la bañera. La intención es que a través de la revaloración de algunos conceptos podamos visualizar la ruta para enderezar un poco el andar, si queremos, tenemos un poco de tiempo y coincidimos. Y si no, no.
Volviendo a Forbes, mi primera reacción fue, como la que tengo al volver a oír que alguien subió para arriba. Pero atento como estoy al tema, abrí mi explorador en otra hoja y escribí INE, ante lo cual una de las opciones que me ofreció fue la de “233 palabras que empiezan con INE”. De puro curioso, acabé recolectando éstas y olvidando un rato el encabezado de Forbes. INEpto, INErme, INErte, INEfable, INEficaz, INExacto, INEducado, INEstable, INExperto, INEstimado… Siguiendo una manía cultivada ya por años, acudí a mi diccionario etimológico y al de la Real Academia… y decidí compartir el tema, estos planteamientos que iré desarrollando y sobre todo enfocar un tema que se ha planteado no sólo para el INE, sino para diversas instituciones de nuestro país: todavía no lográbamos hacerlas tan sólidas como nuestra democracia las requiere y ya estamos arriesgándolas en arrebatos, mezquindades y manoseos.
Por supuesto que la elección de 4 personas para renovar parcialmente la composición del instituto garante de la democracia electoral tiene que ser legal, pulcra y atenta al sentido original de su creación: entregar ese instituto y las elecciones a la ciudadanía de México y quitarla del control de los partidos y de los gobernantes en turno. Voy a pasar de lo obvio y dejar a la vista el fondo y forma de esta afirmación, pero por lo pronto, me concentro en dejar a la vista que en el debate intensificado desde el actual cambio de gobierno federal, se ha llegado al extremo de plantear que el INE o los Institutos autónomos a cargo en lo estatal puedan ser innecesarios en nuestra democracia.
Primera gran obviedad: para que la democracia cumpla su esencia de ser la forma de gobierno en la que el pueblo tiene el poder, se requiere de un procedimiento para que las personas que lo ejercen de hecho puedan hacerlo “democráticamente”. El primero es que en efecto y sin lugar a dudas sean el producto de una elección libre por parte del pueblo, a través de un mecanismo que nos indique a quien elige la mayoría. Para que gobernantes (administradores) y legisladores (representantes) tengan la autoridad para actuar en nombre de ese pueblo. Y, cosa ya muy poco creída e incluso lamentablemente olvidada, ese pueblo que los eligió cuente con mecanismos para poder decirle a esas personas electas y con sueldo lo que realmente quiere e incluso llamarles a cuentas o sancionarles si no realiza la labor de administración o representación de acuerdo a sus intereses y necesidades.
Pues bien, no hay manera de que esos dos procedimientos ocurran de manera funcional, legal y legítima si no los operan personas del propio pueblo, expertos en hacerlo y autónomos en su funcionamiento para que puedan en efecto tener por prioridad que se respete lo que el pueblo quiere y manifiesta. Personas que tengan por único objetivo validar la forma en que el pueblo decide y controla su gobierno. Institutos autónomos de la democracia electoral (del derecho del pueblo a elegir).
Y decía, apenas vamos en el rumbo de lograr que la labor de instituciones como las electorales sean confiables y sus resultados incuestionables cuando ahora ya aceptamos la discusión de la necesidad de su existencia o de si puede el conjunto de gobernantes y representantes decidir cómo se conforma o quién queda a cargo de este elemento fundamental para la Democracia real, la de librito, la que siempre debió ser.
Contar con un INE autónomo y su equivalente en cada estado es INEludible si seguimos considerando que la democracia es el camino. Si no, no.
Un dicho mal dicho dice que las palabras se las lleva el viento; eso sólo pasa si hablamos por hablar. Sigamos revisando el diccionario la siguiente semana.
*Jorge Valladares Sánchez
Consejero Electoral del IEPAC Yucatán.
Doctor en Ciencias Sociales
Doctor en Derechos Humanos.
Especialista en Psicología y Licenciado en Derecho.
Presidente 2011-2014 del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán.