Por: Edwin Carcaño
Guerra.
La nueva Ruta de
la Seda, las disputas fronterizas, el Mar del Sur de China y la unificación con
las provincias separadas (Taiwán), son algunos de los retos inmediatos del gobierno
Chino. Algunos de estos problemas son de largo plazo y probablemente se
resuelvan a principios del siglo XXII. Sin embargo, en la actualidad, los
procesos para resolver los desafíos del mundo post global o neo nacionalista,
pueden terminar en sangre. La delicada red que sostiene el orden mundial cada
día se vuelve más frágil.
Cuando Donald
Trump aún era candidato a la Presidencia de EUA hablaba de hacer fuertes a los
americanos de nuevo. Durante la campaña, muchos veían sus discursos como un
regreso a las políticas mercantilistas del siglo XVII. Después de todo, cuando
una política económica liberal se vuelve impopular siempre la gente voltea a
ver hacia las políticas nacionalistas. El péndulo siempre se mueve entre las
instituciones y los individuos. La asociación común es que los nacionalismos
son institucionales y el Laissez Faire es
individual.
Las guerras
comerciales y económicas no son nuevas. Desde finales del siglo XIX las
potencias practicaban las devaluaciones competitivas (Con efectos tan nefastos
como la Primera Guerra Mundial). Hoy hay países que para defender su poder
adquisitivo recurren a estos métodos. Una forma común de proteger
económicamente a una región, es manipular el tipo de cambio respecto al dólar.
Según las medidas del Tesoro de EUA, se necesitan tres acciones para ser un
país manipulador de F(x):
1. Tener
un superávit comercial superior a los 20 billones (En ingles) de dólares con
EUA.
2. Que
la liquidez sobrepase el 3% del Producto Nacional Bruto.
3. Que
las compras oficiales de divisas excedan un 2% del Producto Nacional Bruto.
Hasta el 2016
(Administración de Obama), los países que llenaban estas tres características
son: Japón, Alemania, Corea del Sur, Taiwán y Suiza. En el caso de China solo
llenaba el punto numero uno con sus 366 billones (En ingles) de superávit con
EUA. Con la actual política de Beijing de mantener una sana relación con
Occidente y EUA, es difícil pensar que por ahora se emprenda una acción que
lleve al gobierno chino a empezar una guerra económica y financiera. Tal vez el
problema empiece en otra parte.
Con las políticas
nacionalistas surgiendo de nuevo en todo el mundo, los países perdedores son
los que más dependen de la cadena de suministro de valor internacional.
Barreras y tarifas podrían alentar el flujo de bienes y servicios elevando los
costos de fabricación. ¿Como reaccionaría China a políticas públicas
extranjeras que amenacen su actual dinamismo económico? El típico primer paso
seria una guerra de palabras y algún ejercicio militar. Pero el balance es
delicado. ¿Cómo reaccionaria el Presidente Donald Trump a esas acciones?
Durante los
primeros cien días de la administración del Presidente Trump nunca se mencionó
que China fuera un manipulador de tipo de cambio. Eso causó que las tensiones,
que habían ido escalando entre Beijing y Washington durante la campaña
presidencial, entraran en un estado de calma. Sin embargo para cualquier
político con algo de experiencia sabe que esto no es razón para bajar la
guardia. Existen temas como los electrónicos, la agricultura, la pesca y la
industria aeroespacial, a los que se debe llegar a un acuerdo con EUA.
El tema de campaña
de Trump fue disminuir el déficit comercial y crear trabajos para el sector manufacturero.
Para lograr esto habría que poner tarifas a las importaciones para hacerlas más
caras y generar mejor rentabilidad fabricando dentro de EUA. Pero esto no es
una solución permanente, ya que otros países pondrían también barreras y
eventualmente los productos se encarecerían. Según el acta del Congreso de
Estados Unidos aprobada en 1977, el Presidente puede declarar tarifas cuando se
trate de una emergencia nacional.
Un dato curioso es
que el déficit entre China y EUA creció 5.2% de 2015 a 2016. Sin embargo del
déficit comercial total de EUA con el resto del mundo creció 13.2%. O sea que
del total del déficit americano, la parte que le corresponde a China bajo de
47% a 44%. Esto puede mejorar la situación de las negociaciones entre ambos
países. Sin embargo aún hay temas que se deben poner sobre la mesa (El programa
nuclear de Corea del Norte o El Mar del Sur de China), para ser resueltas en
términos pacíficos y sin sobresaltos para el mercado.