Robert Roberson, un hombre de 57 años condenado a muerte en Texas, se enfrenta a la ejecución programada para el 17 de octubre de 2024. Su caso ha generado un intenso debate debido a que fue condenado en 2003 por la muerte de su hija de 2 años, diagnosticada en ese momento con el controvertido “síndrome del bebé sacudido”. A lo largo de los años, sus abogados han argumentado que la condena de Roberson se basó en una ciencia forense obsoleta, ya que nuevos estudios sugieren que las lesiones que sufrió su hija podrían haber sido causadas por otros factores, como una neumonía no diagnosticada o caídas accidentales.
La defensa de Roberson sostiene que su hija presentaba antecedentes médicos que no se consideraron adecuadamente durante el juicio, incluyendo infecciones crónicas y apnea respiratoria. Además, afirman que la falta de atención médica adecuada agravó su condición días antes de su muerte.
El caso ha cobrado relevancia mediática y ha despertado el interés de expertos médicos, legisladores bipartidistas y activistas de derechos humanos. Incluso el detective original que investigó el caso ahora apoya a Roberson, argumentando que no se cometió ningún crimen y pidiendo al gobernador de Texas, Greg Abbott, que detenga la ejecución.