Facetas de México, por: Pascacio Taboada Cortina/Jorge Martínez Cedillo.
- Hay deterioro económico y ahora promueve conflicto entre poderes.
- Pésima administración de recursos naturales de gran potencial productivo.
En 2024 el presidente Andrés Manuel López Obrador dejará la
Presidencia de la República sin haber comprendido, a carta cabal, el
comportamiento como mandatario de una nación con más de 130 millones de
habitantes, una superficie cercana a dos millones de kilómetros cuadrados; 3.1
millones de kilómetros cuadrados de zonas costeras para la pesca y… mala
administración de los recursos naturales con gran potencial productivo.
Dejará el puesto con déficit en el Producto Interno Bruto, una
población de clase media y baja con tendencia a mayor pobreza, y una relación
conflictiva entre poderes nacionales y con el exterior.
Se la ha pasado durante cuatro años y medio de su sexenio, con
un carácter de enfrentamiento con los distintos sectores económicos, políticos
y, sobre todo, con los periodistas de distintos medios de comunicación, sin
alcanzar la verdadera dimensión de respuesta a planteamientos de una sociedad con
gran empuje, pero sin rumbo firme y claro.
Si bien es cierto que su gobierno inyectó una dinámica económica
con apoyos directos a la población vulnerable, la inconsistencia de sus
proyectos abrió la puerta a una inflación galopante que ha nulificado esos
apoyos mínimos; un gasto excesivo en obras de infraestructura que, hasta la
actualidad, no han rendido frutos que permitan avizorar que el próximo gobierno
sea capaz de mejorar las perspectivas económicas y de bienestar social.
Algunas de las preocupaciones de mayor relevancia en términos
económicos, se refieren, por una parte, a la deuda de la principal empresa
mexicana en la que confía casi a ciegas, como es Petróleos Mexicanos, la cual,
desde hace años, es motivo de “robo por guachicoleros, como si fuera en
despoblado”. El débito de esta empresa rebasa los cien mil millones de dólares,
en un entorno donde, en pocos años, ya no será negocio por efecto de que, los
países industrializados, ya trabajan en la planeación para fabricar automóviles
eléctricos, en sustitución de los autos de combustión interna a base de
derivados del petróleo.
En México, hay que señalar, el gobierno de AMLO está más
preocupado por reparar y mejorar las 6 principales refinerías que operan en el
país –ya casi en estado de chatarra—y construir “Dos Bocas” en Tabasco, así
como comprar, por 600 millones de dólares la refinería de Deer Park, ubicada en
Estados Unidos. (Esta, también ha cumplido su mejor etapa de productividad).
El plazo para que la “era de los automóviles eléctricos” entre
en operación, es para 2030, a escasos siete años para que empiece el declive
del uso de los derivados del petróleo en la industria automotriz.
Es preciso señalar, por si algo sirve, que el señor presidente
López Obrador, ha convertido a sus conferencias mañaneras en una especie de
“encuentro entre dos mundos”, el de su gobierno y el de sus contrarios, donde
él lleva la voz cantante para atacar, difamar, vituperar y ofender a quien le
da la gana, sin que nadie lo increpe sobre si esos calificativos puede
comprobarlos o solamente son para que “se los lleve el viento”.
Y así sean empresarios supuestamente enfrentados con su
gobierno, sean periodistas de todos los medios, sean neoliberales o
conservadores. Arrastra con todos.
Últimamente, ha desatado una sarta de improperios contra los
ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como si fueran sus
peores contrarios o subordinados, apoyado en decisiones que han tomado,
relacionadas con cambios de diversos Artículos de la Constitución, que tienen
que ver con el Estado de Derecho, con el nombramiento de funcionarios de
instituciones relacionadas con el control del Derecho a la Información y a su
famoso Plan B, el cual se refiere a la restructuración del INE y al control que
desea el presidente en lo relacionado con las próximas elecciones.