La secuela “espiritual” de Cloverfield ofrece suspenso a la Hitchcock y grandes actuaciones.
Por Sergio López Aguirre
Luego de un accidente automovilístico, Michelle se encuentra encerrada (y de paso encadenada) dentro de un bunker. Ahí dentro tendrá que convivir con el hombre que la rescató y con otro inquilino que buscó toda forma posible para entrar al refugio, pues hay algo allá afuera.
Hace ocho años, con las redes sociales apenas comenzando, J.J. Abrams junto con Paramount Pictures lograron hacer una gran campaña de expectativa para Cloverfield. Ahora, no fue sino hasta finales de enero del 2016 que el mundo se enteró que vendría una nueva película de la franquicia: nuevamente lograron que nuestras expectativas fueran de 0 a 100 en tan sólo días. Pocos de los involucrados sabían que estaban trabajando en algo relacionado con Cloverfield, la película llevaba el nombre de Valencia y no fue sino hasta días antes del estreno del primer tráiler, que Mary Elizabeth Winstead (la protagonista de esta nueva entrega) supo que la cinta en realidad se llamaba Avenida Cloverfield 10.
El director Dan Trachtenberg (famoso por crear el cortometraje basado en el videojuego de Portal) nos ubica rápidamente en este mundo claustrofóbico donde el espectador desconoce lo que hay afuera.
La trama va de la mano junto con Michelle (Winstead) para descubrir qué es eso a lo que tanto temen los otros personajes. No es entonces de extrañarnos que muchas reviews o comentarios de la gente hablen de un cine que nos recuerda mucho al misterio de Hitchcock.
Ya lo decía el amo del suspenso: “Vemos una toma de una pareja hablando en un restaurante. Corte A: debajo de la mesa hay una bomba. Regresamos a la pareja hablando y ya hemos construido el suspenso”. Con esa sencillez de trama es que transcurren los dos primeros actos de Avenida Cloverfield 10: nada es lo que parece o… ¿sí?
Dentro del apartado actoral, los tres interpretes cumplen, pero quien se lleva la película es sin duda John Goodman. Dejando atrás cualquier recuerdo de Pedro Picapiedra o Sully en Monsters Inc., el histrión viene entregando sólidas actuaciones desde El vuelo, de Robert Zemeckis, como el dealer de Denzel Washington. Ahora es Howard, un misterioso hombre con un muy fuerte temperamento. Con un guion de Josh Campbell, Matthew Stuecken y Demian Chazelle (Whiplash), el personaje de Mary Elizabeth Winstead cumple en gran forma con los dos arquetipos de mujeresbadass en el cine de género: por un lado es la scream queen de terror/suspenso tipo Jamie Lee Curtis (Halloween), y por otro también es la mujer de acción frente a lo desconocido (imposible no mencionar a Ellen Ripley), quien resuelve los conflictos con base en su experiencia en diferentes rubros. Sin embargo, nunca lo hace sin las respuestas o habilidades sacadas de la manga.
La música es otro elemento vital en Avenida Cloverfield 10. En este apartado, Bear McCreary juega con las notas creando momentos cuya tensión radica en los instrumentos de cuerda, mientras los personajes se miran los unos a los otros con desconfianza.
Es en su tercer acto donde la película juega en terrenos más típicos, más “vistos” por decirlo de alguna manera. No es que esté mal ni que se caiga, pero mientras que la ejecución de los dos primeros actos es soberbia, son sus últimos minutos los más comunes, aunque eso sí, terminando la proyección, el universo planteado por Abrams, Trachtenberg y compañía, nos hará jugar con toda clase de teorías sobre lo que hemos visto, sobre cuán grande quieren hacer el Cloverfield Cinematic Universe, porque si ésta es una avenida, no queremos imaginarnos la ciudad entera.