Por: Eduardo Sadot-Morales Figueroa.
En 1972 la ciudad de Managua Nicaragua, fue sacudida por terremoto 6.2 grados en la escala de Richter, 19,320 muertos y 20,000 heridos. México 1985, otro terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter, la cifra total de muertos aún no se tiene con precisión, pero se estima que fue cercana a los 10 000 muertos. 1973 Orizaba, México, se estremeció con un terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter, la cifra oficial de muertos se ubica entre los 1200 a 3000. Nuevamente en México paradójicamente este 19 de septiembre después de un simulacro que recordó el de 85 volvió a sufrir un terremoto de 7,1 grados en la escala de Richter, con 217 muertos, sumado reciente al temblor en el país del 7 de septiembre, la cifra de muertos hasta al momento es de 217 muertos.
Cuando en 1972 se dio el terremoto de Managua, Nicaragua era gobernado por la dictadura de Anastasio Somoza, sucedió en diciembre de 1973, cinco meses después, mayo de 1973, estalló la revolución nicaragüense. En México después del terremoto de 85, en octubre de 86 surge un movimiento estudiantil conocido como el CEU, Consejo Estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM producto de la solidaridad de los jóvenes voluntarios en del sismo del 85, supimos que se desencadenaría la conciencia crítica de la sociedad y en 1989 y resultó una elección cuestionada.
Hoy, como lo señalara Jesús Reyes Heroles, hay que tener cuidado con no despertar al “México Bronco” de la revolución.
La clase política nacional abusó de la paciencia de México, sus acciones apostaron a la resistencia del sistema, pero es claro que la tolerancia política están en el límite y, no serán ni los líderes mesiánicos, ni los independientes ni los viejos partidos los que abanderarán al sector más lastimado y agraviado de México, tampoco se pueden identificar por partes los sectores de la sociedad agraviados, no son ni los más pobres usados como pretexto, ni la clase media, sándwich de la clasificación de clases sociales, ni siquiera la población que sigue sin comer o comiendo cuando puede, sin certeza de horario o día para saciar su hambre. Es la conciencia social despierta, descarnadamente ante la brutalidad de una realidad que se antojaba distante, la muerte. Que no espera y obliga a no esperar a ver si la otra semana o las próximas elecciones, sino ya, en aquí y, ahora es cuando las cosas deben cambiar, MORENA con decisión y conveniencia electorera se dijo dispuesto a renunciar al presupuesto electoral, pero solo fue declaración electorera, el PRI le tomó la palabra y actuó en consecuencia, los demás quizá lo hagan o no, las campañas y las herramientas para hacer política y convencer van a ser otras, redes sociales, convencimiento personal ingenio y creatividad como debió ser siempre.
Pero México ya cambió y lo vamos a ver hasta las elecciones de 2018, ahora si, la moneda está en el aire y el México Bronco esta alerta, más que despierto, los políticos que lo interpreten y sepan responder a la inconformidad social y le garanticen cambiar van a ganar con las herramientas electorales novedosas de nuestro tiempo, pero sobre todo a quien la sociedad perciba que cumplan, sin corrupción, con seguridad, sin impunidad, ni desigualdades, lo que esperan es otra actitud y mas resultados, eso no es nada fácil. La factura es para el 2018, la clase política habrá de construirla o esperarla sin hacer nada.