Han transcurrido meses ya desde el primer caso oficial del COVID-19 en el mundo; las noticias no han cesado ningún momento en la búsqueda de informar y difundir medidas de prevención que evitasen en su caso, la propagación desmedida del virus.
Ante la incredulidad del nivel de contagio, la falta de conciencia social y la permisibilidad de las autoridades, son varios los países que ahora se encuentran pagando las consecuencias de la NO-PREVENSIÓN. Nuestros hermanos en España e Italia, están siendo gravemente superados por el estupor del patógeno y poco pueden hacer a estas alturas. Las cuestiones ahora son, ¿Por qué el gobierno federal no se adelanta ante la situación? y ¿Qué podemos hacer en México?
Creo firmemente que para hacer frente a situaciones extremas, los medidas deben ser extremas, y tenemos dos claros ejemplos de lo que viven aquellos países que no tomaron con seriedad ésta realidad. El 28 de febrero se confirmó el primer caso en nuestro país, a menos de un mes, 168 casos de contagio y una muerte se han confirmado por la Secretaría de Salud del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. La noche de ayer, se reportó otra muerte en Durango, de un paciente que esperaba sus resultados (de la prueba de Coronavirus), pero ese aún no se contabiliza cómo tal “pues será el viernes que el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE) de a conocer los resultados de la prueba”.
Ante el primer caso de coronavirus en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró que su gobierno tiene la capacidad para hacer frente al tema en comento. Acto seguido, Ruy López Ridaura, director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, declara que “no se tienen insumos suficientes para atender a más de 300 mil infectados de coronavirus”. Diez días después, cuando la situación se había agravado aún más, nuestro presidente (porque sí, lo es) aparece ¡abrazando y besando niños!, quienes ya sabemos que son altamente vulnerables, al igual que las personas de la tercera edad, que bueno que el presidente sea jóven y fuerte…La cereza del pastel fue que al increparlo por su irresponabilidad al saludar gente, hacer eventos multitudinarios (a pesar de que las autoridades bajo su mando prohibieron llevarlos a cabo), besar niños y demás, el Dr. Hugo López-Gatell como vocero y encargado de dirigir los esfuerzos contra la pandemia en México, lo “justificó” con el siguiente argumento que parece inspirado en la Guerra de las Galaxias: “La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio”. Ni siquiera hablaré de los amuletos, es demasiado.
Suspención de hipotecas temporalmente; bonos para empresas; subsidios laborales; aplazamiento de obligaciones fiscales y de seguridad social; suspención en pagos de alquiler, agua y luz para PYMES en dificultades, son algunas de las medidas reactivas tomadas por estados donde el coronavirus se ha propagado y ahora no tienen otra opción más que permanecer en aislamiento social mientras ven morir a sus ciudadanos; México ya descartó la reducción de impuestos, saquen sus conclusiones.
De ese tamaño es el reto. Se que la decisiones de Estado en estos casos se pueden ver afectadas por temas económicos y de globalización, pero insisto, situaciones extremas, requieren medidas extremas, aún más si los argumentos de nuestra máxima autoridad en cuanto al tema, se basan en el esoterismo, la arrogancia y los tintes electorales (no lo digo por decir, escuchen su mensaje sobre los medios de comunicación y sus adversarios políticos en las conferencias mañaneras). En Yucatán, las autoridades hacen lo que pueden hasta donde sus ámbitos de actuación se lo permiten, lo aplaudo, pero no es suficiente con una autoridad federal ciega (por decisión propia) y omisa, y la falta de enfoque de lo que puede suceder si no nos unimos. Hago un llamado, no a la histeria colectiva ni al pánico social, sino todo lo contrario, es un llamado a la conciencia colectiva, al pensamiento crítico, al análisis interno y externo que te permita tomar las mejores decisiones para cuidar, proteger y procurar a aquellos que te importan. Gobernandote, gobernarás la seguridad de tu familia y de tus amigos, gobernarás el bienestar común de tu estado y de tu país. Tus actos importan, y más aún, si quienes deben velar por la estabilidad de un país, no se encuentran a la altura de las circunstancias. Tus acciones cuentan más que nunca, hazlas valer y si no, que la fuerza te acompañe.
Alan Contreras