Por: Cristina Padín.
Aquella era una hermosa máscara que estaba formada por una careta de madera, y pintada de colores llamativos, prolongada en una especie de mitra de metal con un motivo lindo animal (león o lobo o buey) sobre fondo liso.. Existen fotos de la década de 1930 en las que queda claro que se empleaban diseños modernistas, con colores vivos y diseños figurativos centrales como animales (caballos, toros, perros, ciervos, gallos, pájaros exóticos); cuerpos astrales (Sol, Luna, estrellas); humanos (toreros, caballeros, gaiteros)..
Era un peliqueiro. De Laza. De tamaño muy pequeño en aquella ocasión. Era azul y rojo y blanco y rosa y de cien colores, era tradición y magia gallega en movimiento, era auténtica obra de arte nacida en el pueblo, era legado de lo que es nuestro y tiene gran valor. Era un peliqueiro. Precioso! Aquel lunes de Carnaval, Entroido en Galicia, los niños no tenían clase y echaban la tarde merendando orejas y filloas, y jugando a todo lo que era propio de la época. Época bonita! Diseñaron su propio peliqueiro… y allí estaba. Listo para viajar a la divina Andalucía, que festejaba su día.
Se lo mandaban a C.. un niño que padecía una de las que llaman enfermedades raras. Los pequeños pensaban que era un mal tan duro como los otros, los que no se llamaban raros..
En este día una historia que une mi amada Galicia con mi amada Andalucía, y que envía un cariño especial a todos aquellos que luchan contra la enfermedad y contra la enfermedad rara
A Galicia
Al Entroido gallego, fantástico!
A Andalucía y mis andaluces
A mi querido Luis
A los peliqueiros
A las personas con alma
Y a nuestras tradiciones. Si no las defendemos nosostros.. pues..