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José René Contreras Pino, una vida por sus semejantes

Ariel Aviles Marin
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JOSÉ RENÉ CONTRERAS PINO, UNA VIDA POR SUS SEMEJANTES.

Hay gente que pasa por la vida haciendo y haciendo y haciendo por los demás; esa gente es diferente al común de la gente, y lo es por un caso de conciencia propia, de un amor que no pone condiciones, de un sentir que la vida está hecha para servir. Bien decía mi abuela, cuando se sentaba rodeada por sus nietos, siempre nos daba un profundo consejo: “Hijos, dónde quiera que les toque ser alguien en la vida, desde cualquier cargo o puesto, siempre ayuden a quien tengan a su alcance. El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Y creo que la fuerza de esos consejos inculcados desde la infancia, marcó la vida de mis primos y la mía, pues todos hemos sido gente de bien, y servimos en la medida de nuestras posibilidades, a nuestros semejantes, cada quien en su campo de acción.  Pero hay gente que esta cualidad, la ejerce en forma singular, sin restricción alguna, podríamos decir, que se entrega sin descanso y recoge los guantes que otros han dejado caer en el camino. De esa calidad humana estaba hecho José René Contreras Pino, cariñosamente conocido como “Pinito”.

Pinito, pasó por la vida sin aspavientos, sin reflectores, sin fuegos artificiales, pero abriendo a su paso una senda llena de amor por sus semejantes. José René, era un individuo congruente consigo mismo, y en ese plano, nunca cedió un ápice ni concedió un palmo de tierra a la conveniente falsedad que abre muchas puertas, prefirió pagar un precio alto por ser siempre quien era y ante todas las miradas sin excepción. Era un orgulloso miembro de la comunidad gay, a la que defendió siempre en todas las formas a su alcance, los Derechos Humanos fueron en su vida un fin del más alto nivel, y por ellos no dudaba en arremeter contra quien los estuviera violentando, en cualquier plano, en cualquier forma posible. Fue una mano extendida para orientar a muchachos, cuyas almas eran atormentadas por la segregación, por la discriminación. Su familia, era una familia ejemplar, unida siempre por el amor irrestricto, y en ella, Pinito siempre halló el calor y el cobijo necesarios para salir siempre adelante. En el seno de su familia, muchos chicos que estaban pasando por el difícil trance de asumir su preferencia ante su propia familia, encontraron la comprensión y el apoyo para asumir esa decisión trascendental en sus vidas. Enseñaba con el ejemplo, y eso, créanmelo ustedes, tiene un valor con una dosis extra de arrestos y entereza.

Fue, además, un gran promotor de la cultura en nuestro medio, labor que realizó desde dos trincheras de lucha: El MACAY y el CECUNY. En el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán, colaboró en el Departamento de Promoción y Relaciones Públicas, desde el cual, llevó a cabo una intensa campaña permanente para difundir el acervo del museo, así como importantes exposiciones temporales de la mayor trascendencia. En el CECUNY, impartió clases de creatividad artística entre los niños más pequeños; en su labor ahí, se topó con un caso interesante, nadie quería hacerse cargo de una clase muy especial, la de impartir introducción a las artes a niños con capacidades diferentes. Al saberlo, Pinito solicitó que se le otorgara esa clase, y ahí, escribió uno de los poemas de amor más grandes de su vida. Con un amor sin condiciones y una paciencia proverbial, se entregó a los pequeños con Síndrome de Down, con alguna disminución visual, con lento aprendizaje, disminuidos auditivos; ningún niño, cualquiera que fuera su limitación o discapacidad, encontró las puertas de su salón cerradas, a todos se entregó con un cariño sin medida. Era un espectáculo, de esos que devuelven la confianza en la humanidad, ver llegar a Pinito a su clase, y que los niños se arrojaran a sus brazos y lo cubrieran con todas las muestras que su amor les dictaba. Su labor en el SECUNY, dejó una huella profunda en la historia de esa institución. La radio, fue también campo de lucha para él, se desempeñó en el programa Poder Joven, del INJUVY, como locutor, donde dio batalla en defensa de los Derechos Humanos y los espacios para la diversidad sexual.

Hombre trabajador, nunca rehuyó a despeñar labor alguna, todo lo que fuera un trabajo honrado y digno, entraba en sus posibilidades; así lo encontramos como encargado de dos conocidas cantinas tradicionales de la localidad: El Bar el Porvenir y La Casita de Paja. Desde ahí, siguió promoviendo la cultura, pues gestionó y consiguió, el apoyo del patronato CULTUR, y ejecutar en sus locales unos importantes murales. En El Porvenir, realizó un mural en el que puso a los personajes de Yucatán que consideró importantes, tuve el privilegio de ser colocado por él junto a figuras como María Teresa Gómez, Juan García Ponce, Mami Blue, WilberthHerrera, Miguel Canto, Héctor Herrera “Cholo”, Armando Manzanero, Ligia Cámara y Angélica Balado. Su lucha por los derechos de la diversidad marcó importantes actividades en su vida, fue promotor y participante de la Marcha por el Orgullo Gay desde que se instituyó. Con el Dr. Douglas Canul, Carlos Herrera y otros activistas, fundó la primera Asociación Civil defensora de los derechos de la comunidad LGBTTTI. Permaneció fiel a estas labores hasta los últimos instantes de su vida.

Los seres de luz, suelen ser efímeros, y Pinito no fue la excepción. Tal parece que la predicción de Zeus a Thetis, sigue siendo vigente, al pedir la Nereida un don para su hijo Aquiles, el dios del rayo le responde: “Tendrá una vida larga o una vida llena de honores, no las dos”; y así sigue siendo, los hombres de valía singular, tiene vidas breves, pero luminosas. Con tan solo cuarenta y dos años, José René Contreras Pino se ha marchado; se ha marchado físicamente, pues Pinito está vivo y presente en el amor de los niños del CECUNY; en cualquier lugar dónde se defiendan los Derechos Humanos, está presente Pinito; en donde un joven necesite apoyo u orientación para su vida, está Pinito. Su sonrisa, tan difícil de arrancar, sus cejas fruncidas, su rubio cabello en mechones levantados, están garbados y vivos en todos nosotros. ¡Hasta siempre Pinito!

Las fotos son de Salvador Peña L.

Mérida, Yuc.,  a 30 de octubre de 2020.

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