La Revista

La abyección como oficio

David Brondo
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Nació para la vida pública con este sexenio.

Antes de las conferencias mañaneras de López Obrador nadie sabía de él. Era un perfecto desconocido hasta para los reporteros veteranos que desde hace lustros cubren las fuentes de la presidencia.

De repente, sin venir a menos cada mañana estaba ahí, en Palacio Nacional, presto a reproducir el discurso del poder, a salir en defensa del presidente, a preguntar estupideces, a seguir las órdenes de los voceros oficiales y a alabar sin rubor alguno al Ejecutivo.

Siempre está ahí. Hincado frente al poder. Es un profesional de la lisonja y el incienso, un cortesano de las loas, el aplauso y la adulación. ¿Su encomienda? Romper la agenda de preguntas incómodas que le hagan al “jefe de la nación”, encomiar a López Obrador, hablar del mandatario con una lambisconería grotesca, ridícula hasta el hartazgo.

“Señor presidente”, pregunta sin reparos, sin dejo de decencia alguna, “¿reforzará su seguridad para bien de todos los mexicanos?”.

Hágalo, por favor, señor presidente. Cuídese, absténgase, procúrese, no corra riesgos.

Se llama Luis Pozos y es conocido como “Lord Molécula”, un pelotillero palaciego entrado en los 60 que se distingue no tanto por sus sacos a cuadros, sus pañuelos de seda, sus flores en la solapa, sus brillosas corbatas de moño o su bigotillo embarrado, sino por haber llevado la zalamería a niveles demenciales.

Es la pena ajena de todos los periodistas y conductores que cada mañana ven con asombro la pobreza del nivel de interlocución del actual gobierno federal con los medios informativos.

La sola presencia de Lord Molécula en las “mañaneras” no es sino una muestra de desprecio a la prensa, a los reporteros y a los profesionales de la comunicación que acuden a cubrir las conferencias de prensa de Palacio Nacional.

El desdén hacia los periodistas es evidente: “Todos ustedes están al nivel de este señor, ¿me entienden? Por eso él también está aquí como cualquiera de ustedes, por eso se sienta al lado de ustedes, por eso está, como ustedes, haciendo preguntas cada mañana”.

“Entiendan, no hay diferencia”.

Los memes de Lord Molécula van y vienen todos los días en las redes sociales. No son necesarios: Pozos es un meme en sí mismo, una desangelada caricatura del poder, una triste pantomima de reportero.

Las fotógrafos y camarógrafos lo sorprenden viendo embelesado al señor presidente, lo exhiben levantando su pulgar al lado del Supremo, lo graban suspirando, con ojos de enamorado, al lado del mandatario.

Un día cualquiera López Obrador denuncia por enésima vez una embestida de la derecha y de los neoliberales contra su gobierno.

El presidente, por fortuna, no está solo. Al otro día está ahí Lord Molécula con su infaltable dotación de agua y jabón para lavar los pies y la ofensa: “Presidente de México: los demonios están sueltos y los conservadores quieren recuperar el poder sobre los muertos y sus cenizas. Esa es mi primera pregunta”.

No es un chiste: esa es la pregunta de Lord Molécula. Ha inaugurado una forma singular de pregunta periodística: la pregunta que no es pregunta, la pregunta-afirmación-adulación para caer hincado en perfecta postración ante su majestad. La pregunta-felación.

La incorporación de Lord Molécula al mundo del periodismo no es su culpa ni mucho menos. Él juega feliz su papel de paje. Su presencia al lado del presidente es el poderoso mensaje subyacente: tener junto a las filas de los periodistas, los críticos, los conductores, los reporteros a un payaso. Un payaso en Palacio Nacional. Como si necesitáramos otro.

El carantoñero ahí está: inescrupuloso, sin pudor, atento como una doncella sin decencia en el palacio.

Arremete contra analistas, fustiga a quienes cuestionan al gobierno, llama a los críticos del presidente “el cártel del periodismo de la mentira”. Escribanos, dice, que no son capaces de darle nunca una tregua al Jefe de Estado.

Si fuéramos sinceros, señaló hace unos días el escritor Guillermo Sheridan, reconoceríamos que Lord Molécula es lo único realmente original que ha producido la Cuarta Transformación.

Es cierto. El lopezobradorismo no se ha caracterizado por su creatividad ni por su innovación. La originalidad de la abyección de Lord Molécula, en cambio, es única, excepcional. No la vimos ni en los momentos cumbre del peor de los priismos. Su inigualable vocación de postrarse a los pies del Ejecutivo no tiene parangón: “Presidente de todos los mexicanos: buenos días y felicidades. La verdad, hace usted un esfuerzo sobrehumano, no descansa ni sábados ni domingos”.

Tampoco descansa la zalamería de Lord Molécula, extraño bufón que hace reír, sentirse bien, al inquilino de Palacio Nacional. Si asombra la desvergüenza de uno, asombra más la satisfacción del otro, encantado con el triste espectáculo de su coreador.

Ahí lo tenemos, en su papel de menino palaciego, como una pieza ilustrativa de los tiempos que corren. Lord Molécula es una comedia funesta, un drama inescrutable, una tragedia increíble. “Me río para no llorar”, dice el dicho mexicano.

Si no para siempre, lo tendremos al menos por el resto del sexenio. Ahí estará en los próximos años ese incensador incansable tal y como lo dibujó el ingenio de Sheridan en uno de sus inagotables tuits:

Siempre al centro, Lord Molécula,

siempre a la mitad del fórum,

siempre besando per sécula

el trasero seculorum…

*El autor es director editorial de www.lateclarota.com

David Brondo
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