De Ser a Ser, por: Santiago Heyser.
Después de separarnos, si queremos avanzar en la vida
e iniciar el proceso para sentirnos mejor, el primer paso es admitir el fin de
la relación.
Al final de una relación le antecede una etapa de desgaste, conflictos y
cansancio emocional, nadie puede evitarnos la tristeza que sentimos, lo cual
nos deja en un estado vulnerable para enfrentar la separación; nos encontramos
ante una esperanza frustrada (después de todo, cuando iniciamos la relación,
pensamos que iba a durar toda la vida) y somos víctimas de las emociones que
generan nuestros pensamientos. Edoardo Giusti, en su libro “El arte de
separarse” expresa lo siguiente: “Este proceso no puede detenerse por un simple
acto de voluntad, ya que se desarrolla en unas condiciones en las que los
pensamientos poseen a la persona…”. Pensamientos recurrentes tratando de
comprender y/o justificar lo sucedido, así como la vorágine de recuerdos que
nos llenan de nostalgia, al tiempo que se mezclan con sentimientos de rencor y
ásperos reclamos hacia la persona de la cual nos separamos, comienzan a formar
parte de nuestra vida a cada momento. La tentación e inutilidad de victimizarse asumiendo el
peso de la separación o de echar culpas es otra práctica común; a falta de un
estado de consciencia y con el sentimiento de pérdida a flor de piel, nuestro
ego busca rescatar una “victoria”; para ello, qué mejor que considerarse a sí
mismo inocente de lo sucedido, acto seguido, invadidos por el dolor emocional,
creemos que simplemente se ha cometido un error y comenzamos a considerar la
idea de una reconciliación, síntoma evidente del desequilibrio en el que nos
encontramos.
Tener la razón o no es irrelevante, queda claro que desde su punto de
vista cada quien considera que la tiene, sin siquiera ver la lógica de que se
necesitan dos personas para iniciar y para terminar una relación. Entendiendo
esto, asignar un grado de responsabilidad es intrascendente ya que ambos son
responsables, cuando menos, de haber seleccionado a la persona equivocada.
Mantener la mayor distancia de la persona de la cual nos separamos, es
de mucha ayuda y probablemente sea la mejor de las estrategias. Cualquier
intento por querer aclarar el pasado o expresar rencores y reclamos solo nos
debilitará, haciendo más largo nuestro proceso de recuperación y posiblemente
nos lastime aún más. Este proceso puede durar meses o años, dependiendo de cada
quien. Las emociones cambian a una velocidad diferente a la de las ideas y
pensamientos, normalmente van más lentas, así es como funcionamos. Para algunas
personas, la separación es un alivio y resulta motivante, en estos casos el
peso emocional y psicológico es más ligero. Sea cual fuere su caso,
eventualmente, si quiere avanzar en la vida e iniciar el proceso para sentirse
mejor, el primer paso es admitir el fin de la relación y actuar en
consecuencia.
Una vez que se ha aceptado la realidad, lo mejor que podemos hacer es
tener una nueva y mejorada actitud, cualquier otra opción (desquites,
venganzas, rencores, etc.) nos juega en contra. Una sana estrategia se finca en
encontrar la fuerza en el estado de ánimo para sortear, con alegría, los nuevos
retos y oportunidades que nos presenta la vida. Ante la falta del compañero/a,
poco a poco tenemos que ir retomando, con una nueva perspectiva, cada uno de
los aspectos de nuestra vida: rutinas diarias, actividades, vida social y
familiar, agenda de los hijos (cuando los hay), trabajo, ingreso económico,
inclusive los quehaceres del hogar. Con la separación, comienza una nueva etapa
en la vida en donde hay todo por descubrir, y con la actitud adecuada,
inclusive puede ser estimulante.
Es importante, antes de iniciar una nueva relación, dejar pasar un
tiempo de luto en soledad y reflexión para sanar “heridas” y terminar procesos,
una buena estrategia es aprovechar esta nueva etapa dedicándonos únicamente a
nosotros y a nuestro desarrollo; con el tiempo, el vínculo se desvanece y el
apego a quien fue nuestra pareja desaparecerá; es hasta este momento y no
antes, que estaremos en condiciones, si así lo deseamos, de iniciar la búsqueda
de una nueva pareja; finalmente, con la separación tenemos la oportunidad de vivir
la experiencia de ser felices sin depender de alguien más para lograrlo, lo que
sentaría una base emocional sólida antes de iniciar un nuevo ciclo… ¡Así de
sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx