Confesiones, por: Guillermo Vazquez Handall.
En esta campaña presidencial, mucho mas que en las dos en las que
compitió anteriormente, Andrés Manuel López Obrador ha demostrado una
extraordinaria capacidad de entender los sentimientos que mas enojan a la mayor
parte de la sociedad.
Su impecable discurso y postura en contra de la corrupción, han
calado hondo en una comunidad harta de los abusos, parecería pues que ha
patentando como suyo su combate.
Por esa razón su poder de convocatoria se ha ampliado a tal grado
que hoy, todas las mediciones al respecto lo ubican como el puntero con un
margen de ventaja mucho mas que amplio.
López Obrador construyo su mensaje para ganar esta elección, a
diferencia de las dos oportunidades anteriores en las que no lo logro,
aprovechando el diagnostico de malestar colectivo, que se sobrepone a cualquier
otra circunstancia.
Desafortunadamente tuvimos que llegar a un momento de nuestra
coyuntura, en el que para muchos mexicanos lo importante no es la viabilidad
económica y social del país, sino simplemente la venganza en contra del
régimen.
Sin embargo esa habilidad no es la misma en lo que se refiere a un
plan integral de gobierno, gran parte de sus propuestas son demagógicas,
populistas e inviables.
De cualquier manera, la simpatía a su causa se ha transformado en
una fervorosa y diría hasta fanática devoción de gran parte de sus seguidores,
como si se tratara de una secta religiosa y no de una campaña política.
Este fenómeno produjo dos elementos fundamentales, el primero la irrupción
de un ejercito de cuentas creadas ex profeso en las redes sociales, financiadas
por los grupos que lo apoyan, prestas y dispuestas a identificar cualquier
mención en su contra para defenderlo.
El segundo fue el contagio que provoco en sus seguidores reales,
la actitud de estas denominadas granjas de bots, que a su vez no solo
multiplico su presencia en estas plataformas, sino que elevo considerablemente
el tono de la respuesta.
Derivado de ello, lo que se observa es un lenguaje agresivo que se
caracteriza por el insulto, mas que una forma de demostrar que son muchos, con
una intención clara de amedrentar a quienes no comulgan con su causa.
En esta dinámica no hay debate, ni discusión, simple y llanamente
descalificaciones, quien se atreve a mencionar cualquier cosa que no vaya a
favor de López Obrador, lo hace traidor a la patria, corrupto, vendido o
chayotero.
Este tipo de propaganda, cancela de tajo la libertad de expresión,
de disentir, incluso de pensar diferente, privilegia una postura dogmática que
independientemente de militancias o simpatías partidistas divide a los
mexicanos en dos.
Esta aberración debe tener su origen en lo mucho que les preocupa,
tanto a los dirigentes de Morena como a los integrantes de la secta, que se
analicen y contrasten propuestas y actitudes de todos los candidatos.
Sobre todo porque después del discurso anticorrupción
lopezobradorista, insisto impecable, lo queda de es muy debatible debido a la
fragilidad e incongruencia de su fondo.
Esto se convierte en material de reflexión para todos esos
millones de mexicanos que aun no definen su sufragio, a los que si valoran pros
y contras y mas que castigar al partido en el gobierno, no solo quieren un
cambio de ruta, también quieren vivir en paz y con libertad.
Porque esta andanada ignorante de ataques lo que plantean es
precisamente un modelo donde no se puede convivir en la critica, en el que
pareciera que quienes van a gobernar son esas cuentas de redes sociales y no un
gobierno.
Lo que se infiere es una intención de hacer parecer que en México
gobernara una asamblea popular a mano alzada, en la que los preceptos
principales son el castigo y la censura.
En el cual no solo quien cometa una afrenta contra el mesías líder
de la secta será reprendido, peor aun será apedreado contra el muro del
fanatismo, mientras los exaltados que la conforman disfrutan y aplauden.
Lo incongruente es que mientras el propio López Obrador habla de
reconciliación, sus huestes son una suerte de mercenarios que definen una
agenda estrecha, sin alternativas pero sobre todo impositiva.
El asunto es que uno de los efectos que ellos mismos están
provocando es que todos aquellos que no van a votar por López Obrador,
incluidos los indecisos, se reúnan en una sola poción, la que sea, para evitar
la llegada del terror revolucionario francés de Robespierre.
En esta elección no solo se define al próximo presidente de la
republica, también la forma en que nos comunicamos, entendemos y respetamos, el
problema mas álgido es que los miembros de la secta creen que si López Obrador
gana, tendrá cabida el falso dilema mediante el cual las clases populares se
imponen sobre las otras con el uso de la fuerza y será legal el ataque, la
violencia y la represión.