El Pantanal, mayor humedal del mundo y que Brasil comparte con Bolivia y Paraguay, terminará septiembre con número récord de incendios, que ya destruyeron el 22 % de su área, una tragedia que eleva la presión internacional sobre la cuestionada política ambiental del presidente Jair Bolsonaro.
Según datos divulgados este jueves por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), el Pantanal brasileño registró en los primeros 16 días de septiembre 5.603 focos de calor, que superan los 5.498 incendios registrados en los 30 días de septiembre de 2007, que hasta ahora eran récord para el mes.
Los incendios en lo que va del mes prácticamente doblan los 2.887 registrados en los 30 días de septiembre de 2019 y al actual ritmo convertirán este septiembre en el mes con mayor número de focos de calor en la historia del Pantanal, por encima del récord de 5.993 registrado en agosto de 2005.
De acuerdo con el organismo, cuando aún faltan tres meses y medio para finalizar el año, el Pantanal acumuló 15.756 incendios entre el 1 de enero y el 16 de septiembre, un récord que ya supera los focos de calor registrados en todo 2005, el peor año en la historia del humedal y cuando fueron contabilizados 12.536 incendios.
Según el INPE, los incendios de este año habían destruido hasta la semana pasada 2,35 millones de hectáreas (23.500 kilómetros cuadrados) de vegetación en el Pantanal, casi el 16 % del humedal en Brasil y un área superior a la de países como Israel o El Salvador.
Pero algunas organizaciones ambientalistas calculan que la destrucción es muy superior. “El área quemada este año ya alcanza el 22 % del Pantanal”, dijo a Efe Alice Thuault, directora adjunta del Instituto Centro de Vida (ICV), una ONG que monitora la deforestación y los incendios en el ecosistema.
El Pantanal, que tiene unos 250.000 kilómetros cuadrados de extensión, de los cuales 150.000 kilómetros cuadrados (cerca del 60 %) en territorio brasileño, es reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y considerado uno de los ecosistemas más ricos del mundo en biodiversidad de flora y fauna, con cerca de 600 especies de aves, 124 de mamíferos, 80 de reptiles y 60 de anfibios.
Un recorrido por los 150 kilómetros de la Carretera Transpantanera entre Poconé y Porto Jofre, en el estado de Mato Grosso do Sul, permite ver las cenizas en que quedó convertido gran parte de su biodiversidad, una destrucción que afectó tanto reservas ambientales como indígenas y que dejó cientos de animales muertos, entre los cuales algunos amenazados como el jaguar.
Según el ICV, las llamas ya destruyeron el 85 % de las 109.000 hectáreas del parque ambiental Encontro das Aguas, ubicado en Porto Jofre y uno de los lugares más turísticos del bioma por concentrar el mayor número de jaguares del mundo.
Un año después de que las imágenes de la Amazonía brasileña en llamas conmocionaran al mundo y generaran protestas globales, los incendios de 2020 han afectado principalmente el Pantanal debido a la larga sequía -la mayor en 47 años-, las fuertes temperaturas de esta época, los cambios climáticos y la fuerza de los vientos.
Pese a que los incendios son naturales en el Pantanal en esta época, la organización ecologista Instituto SOS Pantanal calcula que más del 90 % de los de este año fueron provocados por hacendados y colonos interesados en ampliar sus tierras para cultivo y ganado.
“El desastre en curso en el Pantanal no tiene precedentes, pero podía haber sido mitigado. Desde finales del año pasado había indicios de que la sequía sería grave y el propio INPE lo advirtió. Faltó planificación e integración”, afirmó Thuault a Efe.
AUMENTA LA PRESIÓN CONTRA BOLSONARO
Por eso tanto Gobiernos de diferentes países, las organizaciones ecologistas y hasta las propias empresas brasileñas elevaron su presión contra la política ambiental de Bolsonaro, acusado de incentivar la deforestación con su retórica antiambientalista y que redujo recursos para el sector y flexibilizó la fiscalización.
El lunes el vicepresidente brasileño, el general de la reserva Hamilton Mourao, recibió una carta de 230 organizaciones y ONG exigiendo medidas al Gobierno para detener la degradación ambiental, un día después recibió una misiva de ocho países europeos, que alegan que la deforestación puede dificultar la venta de productos brasileños en el exterior.
Los ocho países firmantes de la carta (Alemania, Dinamarca, Francia, Italia, Holanda, Noruega, Reino Unido y Bélgica) importaron 6.770 millones de dólares en productos agrícolas brasileños entre enero y agosto, el 10 % de lo que el agronegocio de Brasil mandó al exterior este año.
El miércoles un grupo de ONGs europeos le pidió al Gobierno francés que “sepulte definitivamente” el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, que fue objeto de negociaciones por dos décadas y aún depende de ratificación.
“La carta enviada por los países europeos es preocupante y revela que antiguos socios comerciales de Brasil perdieron la confianza en el Gobierno. Bolsonaro está destruyendo nuestros biomas, el clima de la Tierra y el futuro económico del país por una ideología que favorece el crimen ambiental”, afirmó Marcio Astrini, secretario del Observatorio del Clima, una coalición brasileña de ONGs ecologistas.
El director de la Fundación Armando Alvares Penteado (Faap), el exembajador y exministro brasileño y exsecretario de la Unctad Rubens Ricupero, asegura que Brasil está ante la mayor ola de presión, externa e interna, de su historia. “En 80 años nunca vi eso: una presión con convergencia externa e interna que une ONGs, grandes empresas, bancos y hasta Gobiernos”, dijo.