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Francisco Solís Peón
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Cultura, por: Francisco Solís Peón

Nada más norteamericano que la guerra de secesión, se trata del único conflicto armado que es todo gringo, se pelea en su territorio y solo combaten gabachos contra gabachos.

La guerra civil del Norte contra el Sur (1861-1865) fue pródiga en aventuras literarias y excelente pretexto para muchas otras (“Lo que el viento se llevó” por ejemplo), podría decirse que la novela norteamericana propiamente dicha comenzó a gestarse por aquéllos años.

Hoy nos ocupa uno de los autores emblemáticos si no el que más de ese sangriento período: Sthepen Crane.(1871-1900).

Hizo sus pininos redactando obituarios en la redacción del N.Y. Times, de ahí pasó a corresponsal de guerra quedando impresionado por la crueldad entre hombres que apenas ayer se decían “hermanos”.

Su oba cumbre, o al menos la más vendida, es “Viaje a la insignia del valor”, donde retrata todo el realismo y la crudeza que las armas salpican.

Personalmente prefiero sus relatos cortos, en ellos se lee a todo un escritor consagrado.

Podemos comenzar con “El Hotel Azul” donde analiza la actitud de aquéllos que no se encuentran en el frente de batalla pero cuya conducta se ve inevitablemente afectada a nivel inconsciente por el conflicto bélico.

Seguimos con “Un maravillosos heroísmo”, aquí el escenario se sitúa convenientemente en el fragor de la guerra, cuando un soldado de la Unión lucha contra los Confederados, siempre saltando de lo absurdo a lo sublime y viceversa.

Finalmente está “La chalupa” (Me pregunto por qué los traductores españoles son dados al garigoleo, en México le llamaríamos simplemente “El bote”), a mi gusto el mejor escrito de los tres.

De acuerdo con el narrador “se nos presenta un relato posterior a los hechos, la experiencia de cuatro hombres del vapor naufragado”. Este relato constituye una verdadera oda al espíritu humano frente a sucesivas adversidades.

Siendo la fragilidad de la vida el tema constante de su obra, en forma casi natural pero inevitable, Crane sucumbe ante el romanticismo que la propia vida conlleva.

Veamos:

De “Un Maravilloso heroísmo” : “Algún extraño destino de la batalla había hecho de esa apacible pradera el objeto del odio rojo de las bombas, y cada una al explotar era como una bofetada en el rostro de la doncella”.

“Las balas de los fusiles lanzadas por insistentes tiradores, llegaban desde la distante espesura y se entremezclaban entre los obuses y pedazos de obuses hasta que el aire que estaba cortado en todas direcciones por alaridos, gritos y aullidos. El cielo estaba repleto de demonios que lanzaban su ira salvaje”.

De “La chalupa”:

“Entonces pareció que el capitán se adormilaba, y el contramaestre se imaginó que era el único navegando por los océanos. El viento que llegaba por encima de las olas tenía una voz más triste que la muerte”.

Publicados originalmente en 1895 por separado, estos relatos pueden conseguirse compilados con facilidad. Después de todo: Un paranoico que muere en una feroz pelea, un soldado yanqui con tintes de héroe, y unos náufragos luchando por sus vidas como leones embravecidos, más norteamericano que eso ¡Imposible!

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