Cultura, por: Francisco Solís Peón.
Desde siempre estas fechas representan mucho para quien esto escribe, podría pensarse que es por los días patrios pero no necesariamente, más allá de patrioterismo del grito y todo lo que conlleva, los yucatecos en general tenemos bastante más que festejar durante septiembre, de entrada los homenajes a dos grandes escritores como Antonio Mediz Bolio y Ermilo Abreu Gómez y si de independentismos se trata, no está de más recordar que la península (el verdadero Yucatán como lo llamaba Mediz Bolio) fue la única provincia en anexarse a la República Mexicana sin disparar un solo tiro en un acto sin precedentes en el continente, posteriormente lo haría Chiapas pero en un contexto distinto.
Por mi parentesco con Don Antonio (soy su bisnieto) Costa Rica siempre estuvo presente en su entorno, consideraba que la llamada “Suiza de América” debía ser nuestro ejemplo como modelo de organización política y desarrollo social.
Si Borges viviese hubiera encontrado en internet su anhelado Aleph, así hallé este fragmento de una bella semblanza escrita por el Jefe de la cancillería mexicana en aquel país inexplicablemente se omite su nombre pero les comparto lo fundamental:
“En su carrera como diplomático, Antonio Mediz Bolio pasó de España a Colombia, Argentina y Suecia hasta llegar a Costa Rica en 1925 para ocupar la titularidad de la Legación mexicana y para representar a su país ante el gobierno de Nicaragua desde la capital costarricense.
En San José, Mediz se integró con rapidez al ambiente cultural, a la vez que cumplió con su trabajo de reforzar los lazos de amistad existentes entre los dos países, Así lo demuestra el hecho de haber conseguido que el Congreso de Costa Rica aprobase la donación de un terreno para que en él se construyera la sede de la representación diplomática mexicana.
Uno de sus principales interlocutores costarricenses fue don Joaquín García Monge. Con su generosidad característica, este prócer de las letras hispanoamericanas decidió patrocinar, bajo el sello Repertorio Americano, la edición de un importante trabajo de Mediz Bolio: la primera traducción completa del libro El Chilam Balam de Chumayel, compilación de libros sagrados mayas que habían pasado de generación a generación entre sus comunidades desde el siglo XVI.
Esa traducción, por su calidad y verosimilitud, se considera todavía hoy la mejor, hasta el grado que constituye la base de las ediciones contemporáneas, como la realizada por Mercedes de la Garza. Ella sostiene que Mediz Bolio “buscó hacer una traducción clara” a pesar de que a veces prefiere “la belleza de la expresión a la significación literal, de lo que resulta una versión poética profundamente emotiva”.
El trabajo de Mediz Bolio fue bien reconocido aquí y allá. Como dice Guadalupe Rodríguez de Ita, la política mexicana pasó por momentos convulsos, pero los sucesivos gobiernos ratificaron a Mediz como su representante en Costa Rica y Nicaragua hasta 1932.
Ya en suelo mexicano, el escritor continuó una fructífera carrera literaria, periodística, cultural y política; publicó varios libros más, ingresó en la Academia Mexicana de Lengua, compuso letras de canciones populares, escribió guiones para películas mexicanas, como La noche de los mayas, y colaboró en diversos medios periodísticos.
Sus biógrafos resaltan la huella dejada por Mediz Bolio en todos los lugares en los que estuvo; en Costa Rica queda constancia física, es cierto, con la sede de la Embajada mexicana, pero es igualmente cierto que sus vínculos con los círculos intelectuales y su labor cultural lo ubican como un verdadero embajador del arte y la cultura”.
Como se puede reconocer en su texto “A mitad del Camino”, Costa Rica marcó su alma, pero sobre todo su corazón, este último tema es en sí mismo un excelente material para una novela romántica, otro día les contamos…