Ha llegado el momento. Con el inicio de la Fase 3 de la epidemia de COVID-19, México pondrá a prueba las medidas que ha implementando desde hace un mes, cuando empezó la Jornada Nacional de Sana Distancia, para frenar la curva de contagios de coronavirus y reducir lo más posible el número de pacientes graves para que no se colapse el sistema de salud.
Con cerca de 10,000 pacientes positivos y 1,000 muertes, el país llegó a la fase en la que el énfasis estará en la “ocupación hospitalaria”, según ha dicho el subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, Hugo López-Gatell, y en el que se verá si la estrategia de México frente a la “peor catástrofe” sanitaria ha dado resultados.
Desde que se empezaron a dar los brotes en China, y posteriormente en países de Europa, se sabía que el virus llegaría finalmente a México, por eso se empezaron a adoptar acciones de distanciamiento social, una de las medidas que más ha funcionado a nivel mundial para frenar contagios.
Con lecciones aprendidas en otras partes del mundo, el 23 de marzo inició la jornada de distanciamiento, acompaña de la suspensión de clases presenciales (para lo que se establecieron protocolos de educación a distancia) y la suspensión de actividades no esenciales, medida que le pegó a trabajadores informales y a pequeños negocios.
Después vino la declaración de emergencia sanitaria y con ello la Fase 2 de la emergencia, con medidas que incluían la contratación de profesionales de la salud, la disponibilidad de infraestructura hospitalaria e insumos, además de recursos financieros suficientes, así como el fortalecimiento del distanciamiento social.
Para entonces la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) informó que se destinaron 4,500 millones de pesos adicionales para la aplicación de los Planes DN-III y el Plan Marina, mientras que para la atención de los programas de salud de las entidades federativas, se transfirieron 15,300 mdp y se adelantaron 10,000 mdp correspondientes al segundo trimestre del año. Aunado a ello, el Instituto de Salud Para el Bienestar (Insabi) destinó 4,500 mdp para la compra de material de curación, medicamentos y equipamiento.Conoce más: Hombres adultos, el blanco del COVID-19 en México
Al ser una enfermedad con una capacidad muy elevada y rápida de contagios, lo que se buscó es tratar de reducir el número de pacientes que por ser más vulnerables al virus (adultos mayores, personas con comorbilidades, etc.) requerirían atención médica especializada y que no sobrepasara al sistema de salud en el pico más alto.
Una situación que puso en desventaja al país, debido a que posee una de las tasas más elevadas de obesidad, diabetes y hipertensión, las cuales han sido el principal componente de que los casos de COVID-19 tengan un desenlace mortal. Mientras en otros países, el 20% de los positivos llegan a la hospitalización, aquí son el 35%.
El fortalecimiento hospitalario
Un día después de que inició la jornada de distanciamiento, el gobierno de México decretó la emergencia sanitaria, con lo que se activó el protocolo para este tipo de situaciones, como la reconversión hospitalaria para atender a los pacientes infectados.
“El énfasis ahora está en la ocupación hospitalaria (…) ahora un elemento crucial, porque es el definitorio del riesgo en fase 3 es la probabilidad de que se saturen los hospitales”. Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud.
A la par de identificar los hospitales COVID, se hizo un acuerdo para que los hospitales privados brinden servicios a pacientes no infectados y así reducir la carga de las unidades públicas.
La Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, presidida por Gustavo Reyes Terán, identificó al menos 10 hospitales e institutos nacionales para atender a los pacientes contagiados, entre ellos el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y el Instituto Nacional de Nutrición, en los que habría 676 camas disponibles, para la etapa más crítica.
Aunado a esto, se están preparando otros lugares como el Centro Banamex, en las Ciudad de México, para atender a más pacientes. Esto debido a que la capital del país de ha convertido en el epicentro del COVID-19, con la mayor cantidad de casos y muertes.
También se han establecidos “puentes aéreos” para traer el equipo suficiente para el personal médico. Se prevé que lleguen 20 vuelos de China con insumos y equipo de protección. Hasta el momento han llegado un millón de mascarillas KN95, 3.5 millones de mascarillas quirúrgicas (tipo ear hanging), 192,400 caretas protectoras, 46,600 goggles y 370,000 pares de guantes látex, en los primeros cuatro vuelos.
La comisión encargada de conseguir equipo médico, operada en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), también se ha dado a la tarea de buscar ventiladores en otras partes del mundo para atender a los pacientes de gravedad, que hasta el momento representan el 5% del total de contagiados. Estados Unido, incluso, ofreció a México 1,000 respiradores mecánicos para el “peor momento” de la epidemia.
Todas esas acciones están por enfrentar la prueba, considerando que México tiene una de las proporciones más bajas de Unidades de Cuidados Intensivos. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el país tiene una tasa de 3.3 UCI por cada 100,000 habitantes, frente a países como Italia, que tiene 8.6, o Alemania con 33.9, mientras el promedio de la OCDE es de 12.
Jean-Marc Gabastou, asesor internacional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señaló que México está entrando al escenario tres y la “prueba de fuego” de todas las medidas de mitigación que se han tomado.“
¿México está en desventaja? Lo vamos a ver con la prueba que vamos a enfrentar, hoy se están haciendo los esfuerzos, el hecho de haber observado lo que ha sucedido en otros países, nos ha dado cierta ventaja, pero tiene que estar todo operativo, tiene que estar las medidas completas porque viene la ola de casos”, dijo.
Tras declararse la Fase 3, caracterizada por brotes activos y propagación en el territorio con más de 1,000 casos, entraron otras medidas para esta etapa, tales como extender el distanciamiento hasta el 30 de mayo, acelerar la reconversión hospitalaria en los estados, hacer adecuaciones en la vigilancia epidemiológica, para lo que los estados tendrán un papel importante.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, los municipios que hayan logrado contener los contagios podrán empezar a retomar sus actividades a partir del 18 de mayo, mientras que en otras localidades será hasta el 1 de junio, eso si ya no hay brotes de riesgo.
Así que, tras dos meses de la llegada de COVID-19 a México y a un mes del inicio medidas de distanciamiento, el regreso a la normalidad está por verse. Todo depende de cómo pase la prueba, considerando que el mundo no volverá a ser igual y expertos estiman que las medidas de higiene y distanciamiento social permanecerán por lo menos dos o tres años.