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País de cínicos

Carlos Ramos Padilla
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Por: Carlos Ramos Padilla

 

Aquel 1 de septiembre de 1978, el presidente José López
Portillo expresó una frase demoledora: “lo peor que le puede pasar a México es
convertirse en un país de cínicos”. A 45 años de distancia esta máxima
lamentablemente cobra vigencia. Los actos últimos, los eventos y personalidades
de la política en la política han transformado a nuestro país en un botín de
intereses que marca evidentes retrocesos de la nación frente a la competencia
mundial. Quienes atracan son premiados, protegidos. El nepotismo, el amiguismo,
el compadrazgo se lucen. No hay improvisación hay protección al crimen
organizado. Se suspenden las garantías de manifestación pública con vallas o
elementos policiacos y la expresión es todos los días sancionada, mal
calificada, amenazada. Los contratos públicos rompen normas y se otorgan a
quien se les da la gana. La educación en sus niveles más bajos y los libros de
texto sirven de adoctrinamiento político. Se atenta contra instituciones y se
imponen obras faraónicas con presupuestos mega millonarios. Hay más 800 mil
muertos por la pandemia y ningún responsable, un criminal incendio en una
estancia migratoria sin castigo, el uso y mal uso político del caso Ayotzinapa,
la grotesca liberación de Ovidio, el majadero olvido oficial de las víctimas en
Guerrero por el huracán Otis. Tesis que se plagian, candidatos que se inventan
en encuestas patito, endeudamiento sin control. Eventos cívicos en donde se
anula la participación de los otros poderes de la Unión y se tolera, se permite
la intimidación de la Ministra Presidenta de la Corte. Se borran o desaparecen
fideicomisos, se encuentran narcocostales mexicanos en Hong Kong. Reos que
abiertamente comen en restaurantes de lujo luego de ser extraditados. Apoyo a
dictaduras y tiranías. Ministros de la Corte sirvientes del presidente
aprobando iniciativas por consigna no convicción. Y que conste que he omitido
nombres porque resulta visible quiénes son y dónde están. Saltan de nóminas y
presupuestos sin decoro. Usan el más bajo lenguaje para referirse a los demás.
No toleran los cimientos básicos de la democracia por el contrario honran a
sujetos extranjeros que representan a pueblos oprimidos. La diplomacia mexicana
en su más reducida expresión. Funcionarios que hablan de apoyar a los marginados,
pero usan los recursos nacionales para pasear a sus familias para lucirse en
redes sociales, utilizan el fuero para buscar impunidad, negocian con migrantes
como si se tratase de mercancías a cambio. Se rifa avión presidencial y se
apoderan de líneas aéreas quebradas. Derechos Humanos ausente ante una cifra
nunca antes registrada de asesinados, secuestros, feminicidios y desaparecidos.
Usar a los pobres como “estrategia política” mientras el número de estos se
multiplica por millones. A 45 años Lopez Portillo no se equivocó. Vemos
estafadores, atracadores y ladrones saqueando tiendas de autoservicio, pero más
en escritorios y oficinas públicas. Son los encapuchados cobardes y a sueldo
los que dominan las calles de las ciudades, las autopistas, las casetas de
peaje mientras la Guardia Nacional es un fantasma que no recibe órdenes de
proteger a los padres que a gritos demandan medicinas para sus hijos en fase
terminal. Sí, López Portillo acuñó esa triste frase, pero también se burló de
la nación con aquello del “orgullo de mi nepotismo”, un cínico hablando de
cínicos y actuando como perro en defensa de nuestra moneda. Los tiempos
cambian, pero no hay avances que nos den categoría. Los eventos ahí están y el
crecimiento exponencial de cínicos está dejando huella.

 

*Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal
34.2, izzi 135 y mexiquense radio.

Carlos Ramos Padilla
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