Esta semana he escuchado varios discos nuevos. Les pongo algunos ejemplos: “Help Us Strangers” un gran trabajo de la banda de ese enorme talento que es Jack White y que se llama “The Raconteurs”. “On Behalf of Music” de Heartbeats un gigantesco disco que combina blues, pop y Americana. También está “La Alegría Vol 1”. de Santi Campos, genial cantautor asentado en Barcelona o una belleza llamada “El Salto” perpetrada por el dúo conformado por las hermanas Mar y Alicia Álvarez llamado “Pauline en La Playa”. Son solamente un pequeño ejemplo de muchos otros que conforman el interminable playlist de quien escribe estas líneas. Todos los discos los he escuchado a través de plataformas de distribución de música, sitios de streaming o vía ITunes. Al hacerlo me doy cuenta como han cambiado con los años mis hábitos de consumo. Anteriormente es muy probable que hubiese descubierto esa música a través de la radio. Sí, porque antes escuchaba radio, porque antes en la radio había propuesta, había diversidad, había rock. Ahora todo eso ha desaparecido y ya no prendo la radio no porque no siga enamorado profundamente del medio, sino porque la radio está sumida en una uniformidad musical que no contempla al rock mientras que al pop solo lo considera a través de sus sonidos más comerciales y cuestionables.
Lamento profundamente haber perdido mis hábitos como radio escucha musical (sigo escuchando radio hablada e informativa) y ello tiene que ver con la paulatina desaparición del rock del cuadrante. Pienso en esa época en la que uno se la pasaba pegado a la vieja grabadora para sintonizar programas que te mantenían al tanto de las producciones más recientes. A mi mente vienen aquellos programadores y locutores que entendían la dimensión artística de una programación radiofónica y volcaban en ella una pasión desmedida y un profundo amor por la música que transmitían. Había conocimiento, había una necesidad de contarle al mundo sobre la aparición de unnuevo disco que todos teníamos el deber de escuchar, había un manejo inteligente y divertido del lenguaje radiofónico. Ahora todo se ha perdido entre locutores que apenas pueden articular una palabra coherente y una programación musical que parece estar hecha al azar sin ninguna intención de crear un efecto de sentido en el radioescucha, de crear a su alrededor una atmósfera sonora, de invitarlo a pensar, de motivarlo a explorar otros caminos musicales.
Por ello cuando esta semana se dio a conocer que Reactor 105.7 FM iba a desaparecer – en términos de estructura programática – del cuadrante, sentí que llegábamos al final de una era. Reactor es una estación que pertenece al Instituto Mexicano de la Radio y es – junto con Ibero 90.9 y Aire Libre 105.3 – de las pocas emisoras en el país que sigue considerando al rock como el fundamento de su programación musical. Al anunciarse que el IMER iba a convertir a la estación en una simple repetidora musical lo que vino a mi mente fue que con ello le ponían una piedra más sobre el ataúd que tiene el rock en las ondas hertzianas en las que antes tenía una marcadapreponderancia.
Al final parece ser que todo se ha arreglado en la única cadena de radio pública del país que tiene alcance nacional. Reactor va a mantener su programación y a los encargados de su creación. Es una buena noticia pero me parece que es insuficiente. Particularmente porque el dinero que se ha destinado para mantener vivo al IMER, le servirá para atravesar la crisis pero no garantiza que ésta no vuelva a regresar y con mayor fuerza. Una de las promesas del actual gobierno fue la de fortalecer a los medios públicos. Habrá que ver si cumplen con su palabra lo que pasa por mantener a una estación que lucha por levantar su voz rockera en el medio de un cuadrante que sigue luchando por hundirla y apagarla.
No faltará quien apunte al leer este artículo que en estos días de Internet uno puede encontrar – como es mi caso – rock y similares en los servicios musicales que tienen gran auge. Es cierto, la diversidad musical que existe hoy en Spotify o You Tube Music es casi infinita. Pero hasta ahora ningún servicio de streaming, ninguna playlist automática, tiene la calidez y la capacidad de comunicación que sí posee la radio. Incluso las estaciones que se escuchan en exclusiva a través de la red y que se pudiera pensar que ofrecen otro tipo de producto radiofónico, no tienen ningún problema para entrar a la zona de confort musical que ofrece la radio comercial.
Hay que celebrar que una propuesta de radio pública como Reactor 105.7 FM siga en el cuadrante. Su presencia nos hace voltear nuevamente a la radio para volar con las notas de ese género que aunque muchos pretendan dar por muerto suele regresar – como diría Miguel Ríos en una de sus más legendarias canciones – como un bumerang brillante y lleno de fortaleza. Y nos hace pensar que esa combinación mágica, única y poderosa aún tiene mucho que contar incluso a aquellos que como peregrinos arrepentidos regresamos hacía ella en un acto de redención auditiva: la mezcla de Rock & Radio.