Shein atraviesa un momento decisivo en su historia corporativa. Tras enfrentar sanciones significativas por “violaciones de la privacidad de datos, descuentos engañosos y ‘ecoblanqueo’”, la empresa ha anunciado la implementación de mecanismos internos reforzados para restaurar su credibilidad.
En una carta dirigida a sus inversionistas, el presidente ejecutivo Donald Tang reveló que la compañía ha creado un “Grupo de integridad empresarial” que integra equipos de cumplimiento, gobernanza y asuntos externos, además de ampliar sus capacidades de auditoría interna para reforzar la “disciplina”.
Las multas acumuladas en los últimos meses son cuantiosas. En Francia, se impuso una sanción de 150 millones de euros por el uso de cookies que recolectaban datos de consumidores sin consentimiento; asimismo, la autoridad de competencia francesa sancionó con 40 millones de euros prácticas de descuentos engañosos. En Italia, Shein fue multada con 1 millón de euros por ecoblanqueo. La empresa, por su parte, ha manifestado su intención de impugnar la multa más elevada.
Ante la posibilidad de nuevas sanciones europeas, especialmente si se considera que los productos vendidos podrían no cumplir con las normas de seguridad de la Unión Europea, la presión regulatoria sobre la empresa no ha hecho más que intensificarse.
El crecimiento veloz de Shein, que opera enviando ropa y accesorios directamente desde fábricas en China a más de 150 países, ha venido acompañado de un riesgo inherente: incumplimientos normativos en múltiples mercados. En respuesta, la compañía ha empezado a probar sus controles reforzados en territorios como Estados Unidos, Canadá, Brasil y México.
Para llevar a cabo estos cambios, Shein está contratando personal especializado —por ejemplo, analistas de políticas de gobernanza, riesgos y cumplimiento, así como un responsable de auditoría interna en Los Ángeles— con el fin de apuntalar sus áreas más vulnerables: infracciones de leyes de derechos de autor, seguridad de producto y cumplimiento regulatorio.
El propio Tang reconoció que su empresa afrontó “mayores desafíos” en el segundo trimestre debido a factores como el aumento de aranceles en Estados Unidos y “la intensificación de los vientos en contra políticos y regulatorios” en Europa. Ante la disminución de ciertos beneficios arancelarios para pedidos de bajo valor (la llamada “de minimis”), Shein ha debido elevar precios para compensar los costos adicionales.
Del lado de los ingresos, se proyecta que los ingresos de Shein en EE. UU. crecerán un 20,1 % en 2025 (hasta 17 200 millones de dólares), un ritmo menor que el registrado el año anterior. En contraste, se espera que Europa supere por primera vez a EE. UU. en ingresos, con un crecimiento estimado del 30,7 % hasta los 17 900 millones de dólares.
En Francia ya se ha convertido en epicentro del escrutinio. Una investigación impulsada por denuncias ante la OCDE concluyó que Shein “no cumple las directrices” del organismo en aspectos como conducta empresarial responsable, derechos laborales, normas ambientales y transparencia. En dicho informe se afirma que “la información sobre la actividad del grupo, sus finanzas y su gobernanza sigue siendo extremadamente escasa”, lo cual dificulta un análisis claro de su operación global.
Ante este escenario, Shein —que alguna vez intentó cotizar en Nueva York y Londres— ha fijado su mirada en una salida a bolsa en Hong Kong, como parte de una estrategia más amplia de consolidación financiera frente a los embates regulatorios.
La empresa se encuentra en una encrucijada: sus ambiciones globales están chocando con la creciente exigencia normativa. La adopción de controles más estrictos y la reorganización interna pueden marcar un punto de inflexión en su historia, o bien revelarse insuficientes ante un entorno legal que cada vez exige mayor transparencia y responsabilidad.


