El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado su intención de aceptar un lujoso avión Boeing 747-8, valorado en aproximadamente 400 millones de dólares, ofrecido por la familia real de Qatar. La aeronave, descrita como un “palacio volador” por sus comodidades y lujos internos, sería utilizada temporalmente como Air Force One mientras se completan los nuevos aviones presidenciales encargados a Boeing, cuya entrega ha sufrido retrasos significativos .
Trump confirmó la propuesta en su red social Truth Social, afirmando que se trata de una “transacción muy pública y transparente” y criticando a los demócratas por oponerse a la aceptación del regalo. “¡Los demócratas son unos perdedores de clase mundial!”, escribió el mandatario .
La Casa Blanca ha asegurado que la donación no implica intereses indebidos y que la aceptación del avión no viola la cláusula de emolumentos de la Constitución de Estados Unidos, que prohíbe aceptar regalos de estados extranjeros sin la aprobación del Congreso. Según los asesores legales del gobierno y del Departamento de Justicia, la aeronave será entregada al Departamento de Defensa y, posteriormente, transferida a la futura biblioteca presidencial de Trump antes de finalizar su mandato en 2029 .
Sin embargo, la decisión ha generado críticas por parte de legisladores demócratas y organizaciones de ética gubernamental. El senador Chuck Schumer expresó: “Nada dice ‘América primero’ como un Air Force One traído por Qatar” . Por su parte, Robert Weissman, copresidente de la organización Public Citizen, señaló que aceptar el avión podría influir en la política exterior de Estados Unidos y representa un conflicto de intereses .
El gobierno de Qatar ha declarado que las discusiones sobre la transferencia del avión están en curso y que no se ha tomado una decisión final al respecto .
Este anuncio coincide con la gira de Trump por el Golfo Pérsico, que incluye visitas a Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, con el objetivo de cerrar acuerdos económicos multimillonarios .
La aceptación de este regalo sin precedentes plantea interrogantes sobre la influencia extranjera en la política estadounidense y la transparencia en las relaciones internacionales del país.