El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, solicitó recientemente al presidente ruso, Vladimir Putin, clemencia hacia las tropas ucranianas supuestamente rodeadas en la región de Kursk, Rusia. Trump expresó preocupación por “miles de soldados ucranianos completamente rodeados por el ejército ruso y en una situación muy mala y vulnerable”, abogando por un cese al fuego en la zona.
En respuesta, el Estado Mayor ucraniano negó que sus fuerzas estén cercadas en Kursk, afirmando en su cuenta de Facebook que “no hay amenaza de que nuestras unidades estén rodeadas” en dicha región. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, reconoció la dificultad de la situación en Kursk, pero destacó que la operación en territorio ruso ha aliviado la presión en otras áreas de Ucrania.
Tras la conversación con Trump, Putin instó a las tropas ucranianas en Kursk a rendirse, garantizando “la vida y un trato digno conforme a las normas del derecho internacional y a las leyes de la Federación de Rusia” si depusieran las armas.
La región de Kursk ha sido escenario de intensos combates desde que las fuerzas ucranianas lanzaron una ofensiva sorpresa, controlando aproximadamente 1,400 km². Sin embargo, en las últimas semanas, el ejército ruso ha recuperado terreno, incluyendo la localidad de Goncharovka. Mientras tanto, Rusia continúa bombardeando Ucrania, y las fuerzas ucranianas han respondido con ataques de drones en regiones fronterizas rusas.
En el ámbito diplomático, el primer ministro británico, Keir Starmer, instó a Putin a comprometerse con un alto el fuego en Ucrania si realmente busca la paz, enfatizando que los aliados mantendrán la presión sobre el Kremlin.
La comunidad internacional sigue de cerca la evolución de este conflicto, con llamados a la paz y la estabilidad en la región.
