Por: Cristina Padín.
Llegará septiembre, dijo aquella mujer con una sonrisa. Acababa de contar cuentos en aquella planta, y el último versaba sobre el dorado mes de septiembre. Entonces era julio.. Y tenía razón ella, septiembre llegó. El que no llegó fue el niño, uno de los pequeños que aplaudían las historias en julio, el niño murió una madrugada de agosto.
Víctima de una enfermedad que, además de ser larga, tiene nombre. Se llama cáncer. El monstruo terrible se llevó su corta vida de nueve años, su pasión por el fútbol, su admiración por El Juli, sus ganas de leer y escuchar cuentos, su deseo de volver a la playa, a jugar con las olas. No pudo ser. El cáncer destrozó la alegría de una familia.
Llegó noviembre, también. Y los chiquillos se disfrazaron de cosas que daban miedo, ellos que con su valentía se enfrentan al dolor. Y llegó Navidad, con su magia. Y el 15 de febrero. Otros niños siguen jugando y escuchando cuentos que personas excelentes van a narrarles. Tocan una campana cuando alguno se ha puesto bien! Y dirigen a diario una campanada al cielo..
Por el pequeño, y por cada pequeño en lucha contra un gigante muy maligno..
En un día triste para Galicia y pendiente del barco en Canadá quise dedicar un cuento a todos esos niños. Muchos se curan, gracias a Dios. Elegí que el de esta historia no lo lograra porque eso también ocurre, tristemente..
A cada niño
A cada persona que tan bien cuida a esos niños
A cada persona en mi tierra con el alma en el mar. Mi oración
Al hijo de Edu Hinojosa, un abrazo
Al toreo, siempre solidario, y a mi querido Juli, siempre noble
A mi querido Luis
A Grethel, feliz cumpleaños