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Una despedida diferente… Así son los tiempos del coronavirus

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Por: Verónica Salazar Leal*. 

Las despedidas me son cada vez más familiares pero nunca se hacen más sencillas ni menos dolorosas. Hoy, 29 de Julio del 2020, fue una despedida en un contexto particular: una pandemia mundial. Decir “hasta pronto” en épocas de Covid-19 no es fácil pero nos enseña muchas cosas.

Mi primera despedida durante la pandemia fue hace ya 5 meses, cuando tuve que dejar mi vida en Francia para regresar con mi familia porque la situación era crítica en Europa. Fue algo difícil, la vida ahí era normal y en menos de cuatro días cancelaron escuelas y cerraron los negocios y fronteras. Mis amigos y yo, muchos viniendo de países latinoamericanos, nos vimos en una situación complicada, debíamos tomar la decisión de regresarnos a nuestros países de un día para otro o quedarnos en Francia y esperar a que las cosas se calmaran, tomando nuestra decisión basada en incertidumbre y suposiciones del tipo “Si me quedó ¿podré regresar a mi país en unos meses?” “Si me voy, ¿podré regresar a Francia antes del próximo ciclo escolar?

En fin, la situación era incierta y debíamos tomar una decisión rápida. Yo opté por retornar a México en un vuelo de emergencia el 16 de marzo.

Hoy, cuatro meses después, voy de regreso a Francia con muchas ganas de ver a mis amigos, que, en su momento decidieron esperar y desgraciadamente por la evolución de las cosas, no pudieron regresar a sus países. Esa despedida del 16 de Marzo fue rápida e inesperada para todos, no sabíamos cuándo nos volveríamos a ver y ninguno estaba listo para decir adiós tan pronto, pero así fue.

Ese momento me enseñó que debemos aprovechar a la gente y disfrutar verdaderamente cada momento a su lado, porque la vida da muchas vueltas, recordar esos momentos vale oro cuando extrañamos a alguien que queremos.

Unos de los aprendizajes de esta experiencia es valorar la importancia de fomentar momentos de verdadera convivencia con la gente que amamos, no porque una despedida se aproxima, sino porque no sabemos cuándo la vida nos va a alejar de ellos. Ese 16 de Marzo ninguno tenía idea que al día siguiente nos despediríamos por tiempo indefinido.

Estuve casi 5 meses en México confinada con mi familia, vi a un par de amigas en dos ocasiones pero me voy sin haber tenido la oportunidad de darles un abrazo. Al resto de mi familia los vi en ocasiones muy puntuales, aunque fueron pocas, esos momentos los guardaba en mi corazón mientras los vivía, porque sabía que eran momentos de los que me acordaría con amor hoy, el día de mi vuelta a Francia.

Estar en casa con mi familia me hizo aprender muchas cosas, entre ellas, dejar de ver hacia afuera y concentrarme en lo que está adentro, lidiar con los problemas que constantemente decidimos ignorar, conocer a profundidad a cada integrante de mi familia y a mí misma, valorar las comodidades cotidianas como por ejemplo, tener un techo, una cama y comida en la mesa, pero sobretodo y lo más importante es que aprendí a valorar la vida, la mía y la de aquellos que me rodean y amo, me di cuenta de lo frágil que es, sobre todo cuando fui testigo de tres casos confirmados de Covid-19 en mi familia; en esos momentos me di cuenta que nadie está exento, que este virus no conoce de edades ni de clases sociales.

Aprendí a ser consciente y a valorar mi posición de privilegio, pero no sólo eso, sino también a usarla para ayudar a quienes tienen que elegir entre la salud y el hambre.

Me voy de México sin haber visto a muchísima gente que me hubiera encantado ver. Estos últimos días me despedí de mi familia y de algunos amigos, y descubrí un sentimiento que no le deseo a nadie y que en ninguna despedida anterior había experimentado, el dolor de aguantarse un abrazo…

Tener a alguien que amas a 1.5 metros de distancia deseando rodearlo con tus brazos y saber que esas ganas de algo tan puro y sincero como un abrazo, puede poner en riesgo tu propia salud y la de esa persona que amas es muy doloroso.

Contenerse, duele. ¿Qué son las despedidas sin abrazos? ¿Cómo podemos decirle a la gente que amamos, que las amamos, sin un abrazo? El Covid nos obliga a recurrir a otras maneras de demostrar amor, tal vez con palabras, una carta o una sonrisa, pero no nos olvidemos hoy, más que nunca, de hacerle saber a esas personas que nos importan que las queremos.

Esta última parte de mi reflexión la dirijo a mis padres, quiero hacerles saber que me voy tranquila, en paz y contenta sabiendo que valoré cada momento a su lado. Me voy de casa para volver a casa…

Esta fue una despedida diferente, pero estoy segura que muy pronto nos volveremos a abrazar.

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*Verónica Salazar Leal
Estudiante yucateca de la carrera de Ciencias Políticas
en la Universidad de Poitiers, Francia.

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