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Una reflexión sobre el 1 de julio: El PRI necesita cirugía mayor

Enrique Vidales Ripoll
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Enriqueciendo
la noticia, por: Enrique Vidales Ripoll / chanboox@gmail.com.

Estamos
aún en la etapa de asimilación de los resultados de la pasada jornada
electoral. Con más razón ante el descalabro que tuvo el PRI y la sacudida de
Morena.

Mucho
se habló en un pasado no muy lejano sobre el hartazgo social que inundaba el
ánimo de los potenciales electores. Había un cultivo para que se diera un
cambio en el rumbo político. Las reformas estructurales al inicio de sexenio no
habían dado los resultados que se decían, en su momento, vendrían a beneficiar
a la economía de las familias mexicanas. Pero vino el gasolinazo constante y la
escalada de precios en consecuencia el gas y la electricidad y otros productos.

También
no se logró consolidar otros procesos como sucedió con los maestros en el tema
de la evaluación educativa donde hay serias deficiencias para realmente valorar
el desempeño académico. Lo que viene a obstaculizar los derechos laborales del
maestro que ocasiona molestia, descontento y hasta ira que se manifestó en el
voto del 1 de julio

Además,
hay serias deficiencias en la atención institucional desde los servicios
básicos hasta especializados como el caso de la salud que maltratan al
ciudadano. Desde hace meses la empresa de clase mundial ha mantenido a oscuras
por horas varios sectores de la ciudad sin que la dirección de la división
peninsular de la cara y explique el porqué de su deficiencia e inoperancia.

Un
sistema de justicia que parece privilegiar al culpable en detrimento de la
atención a la víctima. Una distorsión de la aplicación de los derechos humanos
que parecen estar al servicio de los delincuentes y de la impunidad que lastima
la sociedad, vulnera la paz y la armonía social. Mientas tanto la gente sufre
por los asaltantes y la extorsión de los grupos delincuenciales, por mencionar
dos casos.

El
tema de los salarios impacta directamente a la economía de las familias. No se
logró una recuperación significativa del poder adquisitivo. El modelo económico
no se benefició de las medidas que se tomaron para mejorar los ingresos. El
ciclo vicioso de la economía lancero las opciones de mejoramiento familiar.

Todo
fueron los insumos de un cultivo que marcó la diferencia y la necesidad de
darle un cambio en la política. Por lo cual, Andrés Manuel López Obrador supo
capitalizar todo este escenario y como el político ya experimentado supo tener
un discurso cómodo y propio para convencer a la población sin mucho esfuerzo.

El
problema se agudizó con la soberbia de algunos actores políticos dentro del
propio PRI a nivel federal y local que se negaba ver y aceptar la realidad. Una
realidad que era ajena para ellos, que estaba en la sociedad y en la vida
cotidiana de los mexicanos. Una realidad que tuvo un duro despertar al final
cuando se tuvieron los resultados.

En
el caso de la elección presidencial no se podía aspirar a nada. Desde el primer
momento el resultado era aplastante y contundente. En el caso local el falló
del PREP propició que el ambiente poselectoral se enrareciera y motivará para
los que aún no aceptaban la derrota un brote de esperanza que fácilmente se enfrió
en los cómputos distritales.

Concluidos
éstos, tanto a nivel federal como local en Yucatán, se concluye que las
autoridades electorales (INE e IEPAC) funcionaron y arrojaron un resultado que
refleja la voluntad de decisión de los mexicanos.

En
dos lecturas diferentes, el PRI nacional supo jugar bien y reconoció desde un
principio la derrota y desde la presidencia se tuvo la sensatez de abrir las
puertas de Palacio Nacional y mandar con ello un mensaje de estabilidad,
gobernanza y respeto a la democracia.

En
Yucatán no podemos decir lo mismo. Se alimentó por un tiempo de incertidumbre
la idea de un fraude y cuestionamiento a las autoridades. El reconocimiento del
gobernador Rolando Zapata fue más una loa personal y a su gobierno que adoptar
un papel de demócrata respetuoso del veredicto electoral.

Hundido
el barco todos se salen de él. A diferencia de otras conferencias de prensa
matutinas del gobernador que siempre se hacía acompañar del gabinete, ahora
estuvo solo acompañado de la secretaría de gobierno Martha Góngora. Los demás,
abandonaron el jefe.

Esto
nos permite valorar el ánimo dentro del gobierno y del propio PRI que se siente
abandonado y traicionado. A todas luces hay enojo y deslinde de
responsabilidades, como también, buscar culpables.

El
retroceso del PRI es muy claro. A nivel nacional, además de perder la
presidencia quedo en una endeble tercera fuerza legislativa. Localmente, perdió
más municipios que hace tres años, igualmente pierde una mayoría en el Congreso
del Estado y la gubernatura.

Para
el PRI ya no es una cuestión de operación cicatriz, sino de una refundación con
nuevos cuadros de liderazgo.

Enrique Vidales Ripoll
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