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Sistema de 2.5 partidos

Luis Carlos Ugalde
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Por; Luis Carlos Ugalde

Ese es el formato del sistema de partidos que
se avizora con la información que publicó ayer Integralia sobre las elecciones
del 2 de junio pasado: dos partidos –Morena y PAN– aglutinaron de forma
conjunta 59.5 por ciento de la votación total emitida ese día. Por número de
votos Morena obtuvo, grosso modo,
1.9 millones de sufragios, y el PAN, 1.7 millones.

El resto de los partidos se reparten el otro
40 por ciento, pero ninguno se acerca a los dos punteros. Esto se conoce como
el fenómeno de dos partidos y medio, eso es, dos grandes y uno o más partidos
que controlan un segmento minoritario del electorado, equivalente a la mitad de
la fuerza de los dos grandes.

Se trata de uno de los primeros indicios del
nuevo sistema político que estaría emergiendo después del tsunami electoral de
2018. Si el tripartidismo fue el formato de las tres décadas de la llamada
transición a la democracia, el sistema bipartidista o de 2.5 partidos podría
serlo del periodo de la segunda transición o de la democracia populista.

Hasta ahora la conclusión de muchos analistas
ha sido que se está configurando la base de una nueva hegemonía, ahora bajo la
batuta de Morena. Sería una reedición de un sistema de partido predominante,
como era antes de 1988 con el PRI. Y muchos datos parecen sugerir tal
pronóstico. Después del 2 de junio, Morena tiene siete gobernadores (si se
incluye al de Morelos), gobierna al 29.9 por ciento de la población a nivel
estatal, es gobierno en 15 capitales y es la primera fuerza en 20 congresos
locales. En 2021 se compiten 14 gubernaturas, ocho de ellas en manos del PRI, y
Morena podría ganar buena parte de ellas.

Aunque el PRI es hoy el partido con mayor
número de gobernadores –12– su declive es muy pronunciado: el pasado 2 de junio
sólo obtuvo 11 por ciento de la votación total y sólo gobierna tres capitales y
es la principal fuerza en sólo tres congresos locales. El Partido Verde, su
pareja casi indisoluble que le ayudó a ganar cientos de elecciones durante los
gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, lo ha abandonado y ahora navega
alrededor de Morena, igual que el Partido del Trabajo.

Sin embargo, los datos que arroja el Segundo
Reporte Electoral 2019 de Integralia sugieren que el ascenso de Morena puede
ser parte de la configuración de un nuevo sistema de 2.5 partidos más que el de
una nueva hegemonía. Es cierto que Morena se ha convertido ya, en pocos años,
en el principal movimiento electoral del país, pero se trata apenas de un
partido en ciernes, sometido por conflictos de largas filas de aspirantes que
provienen del PRD, del PRI y de organizaciones corporativas y clientelares, y
sin reglas claras y prácticas rutinarias que le den disciplina y cohesión.

López Obrador es el principal activo de Morena
y el impacto de arrastre hace ganar a sus candidatos. Es la principal
explicación del triunfo arrollador de Morena en Baja California, combinado con
el desgaste del PAN después de 30 años de gobierno. Pero en Puebla el fenómeno
empieza a ser diferente. Ahí el PAN obtuvo más votos que Morena como partido,
pero el candidato Barbosa ganó la elección gracias al apoyo del Verde y del PT,
que le dieron casi 43 por ciento de los votos que obtuvo.

En Durango y Tamaulipas, Morena tuvo un
desempeño mediocre: en Durango ganó únicamente dos ayuntamientos de 39 posibles
y en Tamaulipas apenas ganó una diputación por mayoría relativa de las 22 que
se disputaron. En Quintana Roo ganó todas las diputaciones de mayoría, salvo
una, pero la participación fue de sólo 22 por ciento y es difícil saber qué
explica su triunfo.

Después del 2 de junio la distribución del
poder político en el ámbito estatal es de contrapesos, aunque quizá se trate de
un fenómeno temporal. Es generalizado el fenómeno de gobernadores del PRI y del
PAN que enfrentan congresos opositores y alcaldes de Morena. De las 12
gubernaturas que controla el PRI, por ejemplo, en diez casos enfrenta congreso
opositor. Sólo Coahuila es el paraíso para ese partido: ahí encabeza el
gobierno estatal, el Congreso y la alcaldía de la capital.

En los hechos cotidianos, los gobernadores han
perdido la fuerza política que gozaban. Se acuñó el término “feuderalismo” para
denotar el control político sin contrapeso que muchos gobernadores ejercían en
sus entidades. Si Morena sigue su racha ganadora y triunfa en la mayoría de las
gubernaturas en disputa en 2021 y hay voto parejo como sucedió en 2018, se
restablecería la era de gobiernos unificados. Eso empoderaría nuevamente a los
gobernadores, salvo que enfrentarían ahora el contrapeso de arriba, eso es, el
control desde la Presidencia de la República, quizá muy semejante a como
ocurrió durante la época del presidencialismo clásico del PRI.

El
Segundo Reporte Electoral 2019 de Integralia puede ser descargado en www.integralia.com.mx.

Luis Carlos Ugalde
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