Un estudio reciente publicado en la revista iScience ha revelado que la crisis de los opioides, que ha devastado a muchas comunidades humanas, ahora también está afectando a los océanos. En particular, los delfines nariz de botella del Golfo de México tienen rastros de fentanilo, relajantes musculares y sedantes, sustancias comúnmente utilizadas en la medicina humana.
El equipo de investigadores, encabezado por Dara Orbach, profesora asistente de biología marina en Texas A&M University-Corpus Christi, sugiere que los delfines están acumulando estos fármacos al consumir peces y camarones contaminados. Estas especies marinas, que también forman parte de la dieta humana, podrían ser una fuente directa de exposición tanto para los mamíferos marinos como para las personas.
La investigación analizó muestras de tejido de grasa de 89 delfines en el Golfo de México y la región de la sonda de Mississippi, incluyendo a seis ejemplares que ya habían muerto. Los resultados fueron alarmantes: 30 delfines presentaban trazas de medicamentos en su organismo, de los cuales 18, incluidos los fallecidos, tenían fentanilo. Este opioide sintético, 50 a 100 veces más potente que la morfina, ha estado en el centro de la crisis de sobredosis en Estados Unidos, siendo responsable del 68% de las muertes por opioides en 2022, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Otros fármacos detectados en los delfines incluyen carisoprodol, un relajante muscular, y meprobamato, utilizado para tratar la ansiedad. La presencia de estos medicamentos en los delfines es motivo de gran preocupación, ya que estos mamíferos marinos sirven como bioindicadores clave de la salud de los ecosistemas marinos. “La exposición crónica a productos farmacéuticos y sus efectos acumulativos en los mamíferos marinos aún no se comprenden completamente”, explicó Orbach, destacando la necesidad de realizar estudios a gran escala para evaluar el alcance y las fuentes de contaminación.
El estudio también encontró que las áreas con mayores niveles de contaminación farmacéutica coinciden con otras zonas de riesgo ambiental, como derrames de petróleo, tráfico marítimo y proliferación de algas nocivas. La contaminación en estas regiones parece estar exacerbando los efectos negativos en la fauna marina, lo que subraya la urgente necesidad de monitorear los contaminantes emergentes, especialmente en zonas con altas concentraciones de población humana y actividades pesqueras o acuícolas.
Orbach concluyó que es esencial proteger tanto los ecosistemas marinos como la salud humana frente a la creciente amenaza de la contaminación farmacéutica. Este hallazgo pone de manifiesto cómo la crisis de los opioides, que comenzó como un problema de salud pública terrestre, ha alcanzado nuevas dimensiones, afectando a la vida marina y poniendo en riesgo la salud de los océanos.