Claroscuro, por: Francisco López Vargas.
El segundo informe del gobierno de Andrés Manuel López Obrador llega en momentos en los que en México la pandemia ha cobrado 65 mil muertos y más de 60 mil asesinados por el narcotráfico.
El presidente ha tenido la habilidad de poner sobre la mesa temas que desvíen la atención ante la catástrofe de salud que vive el país y la peor caída económica, provocada por su gobierno, y agravada por la crisis mundial de la pandemia que nos hará pasar por las crisis gemelas más graves no sólo de este siglo sino también del anterior.
El escenario no sólo asusta sino que el secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, dice que si no hubiéramos tenido las coberturas del petróleo, los fondos para los choques económicos y los guardaditos que encontraron en el gobierno, las cosas hubieran sido peores.
El presidente llega, según encuestas con una desaprobación que supera el 58 por ciento, dice Bloomberg, y que cayó del 78 al 56 por ciento de aprobación ciudadana, según Reforma. Por lo que habría perdido más de 22 por ciento del consentimiento ciudadano en el segundo año de su polémica gestión.
Necesitado de imágenes que oculten la realidad del país, el presidente lo mismo ha hecho uso de temas como la falsa rifa del avión, que lo exhibió en una de sus mañaneras y hasta se subió a él para mostrar la “opulencia” de su diseño y decoración interior; de “lo bien que vamos” en las crisis para las que “estábamos preparados”; pero sobre todo con el supuesto juicio a los ex presidentes para exacerbar a sus seguidores, sin importar que al hacer una consulta no sólo se violenta la ley sino que se promueve el linchamiento público, precisamente sin el respeto a las leyes.
¿De qué delitos se les acusa a los ex presidentes?, ¿en verdad vale enjuiciarlos sin probar nada, sin acreditarles delitos?, ¿eso sería lo correcto para todos los ciudadanos? No, sentaría un mal precedente y todos podríamos ser enjuiciados simplemente porque a alguien no le gustó lo que hicimos o alguien creyó que nos vio o le dijeron que nosotros fuimos los que cometimos tal o cual delito.
Es verdad que se les acusa de muchas cosas, pero los ex presidentes merecen al menos que se les instruya un proceso judicial, que se aporten pruebas, que se concreten evidencias y que sea la ley la que los juzgue y encarcele, porque hasta ahora el juicio popular no pareciera la mejor de las opciones aunque sea la “sabiduría del pueblo” la que opere como en los linchamientos.
En la antesala del informe también fue el escándalo por la manera de hacernos voltear a otro lado: Gerardo Fernández Noroña intentó hacerse de la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados para el Partido del Trabajo en una evidencia más que clara que la mala fama de los diputados están afianzada en su comportamiento: renunciaron a una bancada para afiliarse a otra sólo para lograr la mayoría necesaria para ganar la presidencia de la cámara baja.
Haciendo lo mismo que usaron los morenistas para agenciarse mayoría absoluta en la Cámara de Diputados donde prácticamente compraron la afiliación de otros legisladores violando la norma que evitaba la sobre representación.
En el colmo de la exhibición de la sumisión legislativa al presidente, Fernández Noroña respondió al regaño presidencial de que no hicieran maniobras y estaba mal hacer esos enjuagues: Pues hoy, el compañero presidente López Obrador decidió que el PRI encabece la cámara, dijo.
Al final, un día después del informe, el acuerdo original firmado por los grupos parlamentarios prevaleció y Dulce María Sauri Riancho fue elegida como presidenta de la mesa directiva, privilegiando el compromiso.
Pero en el segundo informe, el presidente aún sostiene el 56 por ciento del respaldo popular aunque ha perdido 22 puntos desde el inicio de su gestión, dice una encuesta del matutino Reforma.
Bloomberg, por su parte, en una encuesta de GEA-ISA dice que el 58 por ciento de los mexicanos desaprueba la gestión del presidente y que por primera vez en su administración “son más personas las que reprueban su gestión como jefe del Ejecutivo, que el 39 por ciento que las avala”.
Asegura Bloomberg que la aprobación de la gestión del presidente mantuvo su tendencia decreciente por cuarto trimestre consecutivo. Ha caído en total 27 puntos desde junio de 2019.
A dos años de la toma de posesión de López Obrador, 4 de cada 10 mexicanos se describen como pro López y una cuarta parte como anti López, dice la encuesta de Reforma que agrega que sólo un 30 por ciento se declaró sin preferencia.
Cuando la pregunta se refiere a cómo trata el presidente los diferentes asuntos nacionales, sólo aprueba el manejo de la educación y en salud, combate a la corrupción, combate a la pobreza, seguridad, economía y combate al crimen organizado, sale con opiniones negativas. Seis de cada 10 mexicanos opinan que su estrategia contra el narco no está dando resultados.
Empero, el mensaje presidencial parecía ver otra realidad. El presidente dijo que en el peor momento tuvimos el mejor gobierno –el suyo- y que la acreditación de que eran otros tiempos se veía con la ausencia del presidente de la Corte y el Fiscal General a los que invitó pero que “tienen la arrogancia de sentirse libres”, en clara alusión a su desprecio por los organismos autónomos.
La realidad del informe: Qué bonito país es este México, que el primer día de septiembre de cada año amanece con todos los problemas resueltos. “Ya no manda la delincuencia organizada, ya no hay torturas, desapariciones ni masacres; se respetan los derechos humanos y se castiga al culpable, sea quien sea”, según el lienzo fascinante que pintó López Obrador. Una patria ejemplar, de ensueño, en la cual el líder vence al coronavirus, recupera el crecimiento económico, derrota a la delincuencia y garantiza el respeto absoluto a la libertad de expresión. Un mundo a la medida de sus fantasías…
