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Dos décadas perdidas en la lucha contra la desnutrición y el hambre

Eduardo Ruíz-Healy
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Por: Eduardo Ruíz-Healy. 

Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2020 – Seguridad Alimentaria y Nutricional para los Territorios más Rezagados es el título del reporte que difundió el martes pasado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El reporte advierte que por la pandemia de COVID-19 “las proyecciones apuntan a la mayor caída del producto interno bruto desde la II Guerra Mundial, y a un incremento de la pobreza en América Latina y el Caribe de en torno a 45 millones de personas. Dicha situación afecta fuertemente el empleo y los ingresos, y repercute de manera desmesurada en la alimentación y la nutrición, especialmente de los habitantes más vulnerables de los países de la región”.

Y señala que “en 2019 el número de personas subalimentadas en la región llegó a 190 millones, lo que significó que 1 de cada 3 habitantes no tenía acceso a alimentos nutritivos y suficientes por falta de recursos económicos o de otro tipo (…) los niveles de retraso del crecimiento infantil se observan de forma desproporcionadamente alta en territorios usualmente rurales, con menor acceso a servicios y mercados laborales en los que predomina la informalidad, y en los que la población presenta altos niveles de pobreza y bajos niveles de escolaridad (…) el sobrepeso infantil en la región sigue aumentando, situándose en 2019 en el 7.5%, por encima del promedio mundial de 5.6% (…) el sobrepeso, y la obesidad, han aumentado en todos los grupos de edad (…) el sobrepeso en las mujeres es mayor que en los hombres (…) un 75% de las muertes causadas por enfermedades no transmisibles [están] asociadas, en gran medida, a una alimentación no saludable (…) el cierre de las escuelas [por la pandemia] significó que al menos 10 millones de niñas y niños dejaran de acceder a los alimentos repartidos en las escuelas”.

En lo que a los 28 países de América Latina y el Caribe se refiere, durante el periodo 2000-2019, el número de personas subalimentadas, como porcentaje de la población total, bajó de 10.8 a 7.2%.

Sin embargo, no en todos los países se vio esta disminución. En siete de ellos, la gente desnutrida o con hambre aumentó y entre estos está México, en donde la subalimentación aumentó de 3.3 a 7.1% de la población, de 3.3 a 9 millones de personas.

Datos de la FAO muestran el fracaso de los programas alimentarios de los gobiernos de Fox, Calderón, Peña Nieto e, incluso, los del gobierno de la 4T, ya que de 2018 a 2019 el porcentaje subió de 6.7 a 7.1% y el número de personas de 8.4 a 9 millones. Dos décadas perdidas en la lucha contra la desnutrición y el hambre.

La situación es grave, como lo escribí aquí el 25 de noviembre: “44.5% de los mexicanos percibe un ingreso inferior al costo de la canasta alimentaria, lo que significa que casi 57 millones de hombres, mujeres y niños, no están consumiendo los nutrientes y calorías que necesitan diariamente para mantenerse sanos, fuertes y activos; están desnutridos y padecen hambre”.

Tal vez es hora de que el presidente Andrés Manuel López Obrador piense cómo reforzar sus programas sociales para que la situación no siga empeorando.

El reporte de la FAO está en www.fao.org/documents/card/en/c/cb2242es

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