Por: Cristina Padín.
Llegó I de un país lejano con su bebé. Era al fin madre.. gracias a aquella opción que tan feliz la hacía. Su bebé era rubio de ojos azules, iba a llamarle P, seguro en breve se llevaría genial con sus primos: los hijos de su hermano A. Cuando el pequeño creciera no se llevarían los cuatro muchos años.. y podrían ir juntos al fútbol y a los toros.. a las fiestas y a las aventuras nocturnas.
Se juntó aquella tarde que iniciaba el bello mes de mayo con C, que era gallega y era madrina de una preciosa niña. Les contaba de Os Maios, una celebración gallega de canto a la vida y a la primavera mucho más que bonita. También se reunió con ellas E, que se había casado en Sevilla con su primer novio y era madre de L y de B. Y también S, madre de acogida de un joven senegalés.
Así, todas unidas por la amistad y por un nexo de comunión común, aquellas mujeres festejaron en el segundo día del mes de la Virgen la llegada de las tardes largas. La maternidad, de un tipo o de otro. Brindaron por ellas y por la vida… y, junto a una playa plateada y hermosa, estuvieron pendientes del toreo en La Maestranza. Era día de la Comunidad de Madrid, donde todas se habían conocido..
A las madres, ayer y hoy y siempre
A mi querida madre
A cada mujer con el pensamiento de ser madre
A Galicia
A Sevilla
Al toreo
A Madrid, hoy y siempre. Viví en Madrid, ciudad que disfruté en tragos largos, en la que aprendí muchísimo
A mi querido Luis
A Belén, Ana, Rosario, Pau, Grethel
A Carlos
A Os Maios, celebración que adoro
A la valentía y a la verdad
