Por: Cristina Padín.
La princesa E no llegaba al mundo. Llegó tras más de cinco intentos. Hay princesas rubias y las hay morenas, pelirrojas, negras, chinas.. E es rubia. A la princesa
E le leyeron cuentos donde los leones feos eran queridos y muy respetados por los leones bonitos, historias en las que los castillos albergaban a toda clase de gente, no únicamente a una serie de personas iguales y con normas idénticas.
Ahora la princesa E lee sola, ya casi tiene siete años.
La otra semana llegó al colegio un niño nuevo y procede de un sitio lejano y cuenta cosas raras o, al menos, no habituales. La princesa E no ha necesitado que
la maestra (benditos maestros) explicara nada. Su inmenso corazón y sus horas de lectura y su cultura han sabido hallar el respeto. La princesa E protege al pequeño, le ayuda, juega con él, hace que se sienta a gusto, se ríen juntos.
La maestra no puede estar más feliz y llama a la mamá y al papá para dar la enhorabuena. A la princesa E, por su bondad infinita, le revela un secreto. El viernes leerán un cuento. Trata sobre un Emperador malvado que se ha quedado sin imperio. Es una versión de la historia del traje. Va desnudo pero nadie le dice la verdad, prefieren todos vivir en la mentira. A E le va a encantar, sonríe…
El cuento se llama El Emperador sin imperio.. mañana lo escucharàn..
A la princesa E: bondadosa y
respetuosa, además de lectora
y culta. Así han de ser los niños:
empáticos, educados en amor y
valores
A los maestros, benditos sean
A los niños
A los cuentos
A las personas que sienten el
dolor ajeno, las que no lo sienten
no son personas
A los M: pronto es temporada! La
primera como M
A mi querido Luis
A C, F, I, A, P y JM
A la verdad..
