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Petróleo: la retórica y la cruda realidad

Pascal Beltrán del Rio
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Bitácora, por: Pascal Beltrán del Río.

El presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó que
México sólo hubiese comprado una refinería en Estados Unidos y no tres, pues “hace
dos años se estaban vendiendo como diez”.

Se refería a la adquisición que se hizo, en enero del
año pasado, de 50% de la refinería de Deer Park, Texas, que estaba en poder de
la petrolera Shell, logrando así el control total de la planta, en la que México
tenía una participación desde 1993.

Los resultados de esa operación –que se cerró en 600
millones de dólares– son ciertamente muy buenos, pues, durante el primer año de
operación, Pemex obtuvo ganancias por 19 mil 231 millones de pesos, mientras
que las seis refinerías que la empresa tiene en México reportaron pérdidas por
177 mil 528 millones de pesos.

El Presidente se mostró gratamente sorprendido por
esos resultados, aunque ese tipo de ganancias son comunes en las refinerías
texanas. Y si bien es cierto que México no aprovechó la oportunidad de comprar
otras que estaban a la venta en EU, eso no fue por la opinión de los
especialistas de que el petróleo iba a dejar de ser negocio –como justificó el
viernes López Obrador, quien, como se sabe, no es conocido por hacer caso a los
consejos de la gente con experiencia–, sino porque el gobierno mexicano se
embarcó en la obra faraónica de Dos Bocas.

Desde que el gobierno del presidente Felipe Calderón
anunció, el 18 de marzo de 2008, que México construiría su séptima refinería
–proyecto que terminó por cancelarse–, distintos expertos dijeron que al país
le convendría más comprar alguna de las plantas que ya estaban a la venta en
Texas.

Pero ¿por qué es negocio Deer Park y no lo son las
seis refinerías en el país y seguramente no lo será la de Dos Bocas? Por una
razón muy sencilla: en EU no opera el contrato colectivo de Pemex. Mientras que
en México había, hasta noviembre de 2020, 22 mil 472 empleados sindicalizados y
mil 297 no sindicalizados en las seis refinerías en operación (un promedio de
casi 4 mil por planta), en la de Deer Park trabajan mil 600 personas.

Hace años, un funcionario de Pemex me ilustró así la
ineficacia del contrato colectivo: “Cuando falla mi computadora, llamo al área
técnica y me mandan tres personas. Una de ellas revisa la máquina, mientras las
otras dos observan lo que hace”. Es sabido que Pemex trabaja con el triple del
personal necesario. Por eso no debe extrañar que, en un comunicado oficial, la
Secretaría de Energía anunció que Dos Bocas generará “23 mil empleos directos”.

Como trabaja con métodos altamente automatizados y
sólo el personal necesario, es normal que Deer Park genere ganancias (por
cierto, 84% de lo que refina se queda allá). De hecho, las suyas son casi todas
las ganancias que obtuvo Pemex en el año: 23 mil millones de pesos. Nada más
para comparar, las de Shell –a la que Pemex le compró la mitad de Deer Park–
fueron 40 veces más.

Si se anima, el presidente López Obrador aún podría
comprar otras refinerías. La empresa LyondellBasell está muy interesada en
vender una en Houston. Ojalá que esta vez no se deje convencer por esos
expertos a los que les echó la culpa el viernes de no haber aprovechado la
ganga. Quizá ésa sería mejor idea que reconvertir las refinerías que Pemex
tiene en México para que procesen crudo pesado.

Pero usted se preguntará por qué las petroleras
estadunidenses están vendiendo refinerías si son tan buen negocio. Por un lado,
porque tienen que pagar enormes dividendos a sus accionistas, y por otro, porque
la legislación en Estados Unidos y otros países impone una reconversión de la
matriz energética.

Llegará el día en que las empresas que manufacturan
componentes o productos terminados en México exijan –porque así lo impongan la
ley o sus accionistas– que se produzca con energías limpias. Ya veremos si para
entonces estamos preparados.

Por lo pronto, seguiremos escuchando la misma vieja
retórica sobre cómo el petróleo es la columna vertebral de nuestra economía,
como seguramente ocurrirá en el mitin con acarreados que encabezará López
Obrador en el Zócalo este sábado.

Pascal Beltrán del Rio
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