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La transición energética tiene que ser justa

Raul Monforte González
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Construyendo, por: Raúl Asís Monforte González. 

E-mail: raul@mienergiamx.com
Facebook: Raúl Asís Monforte González. Twitter: @raulmonforteg

Se conoce como justicia energética al conjunto de
acciones que pretenden corregir, restaurar, aliviar o mitigar los graves daños
que durante muy largo tiempo han sufrido las personas de comunidades de bajos
ingresos, de minorías raciales, culturales o sociales, debido a la
contaminación por el uso de combustibles fósiles para generar energía cerca de
sus hogares, a la carencia de acceso a fuentes renovables de electricidad, al
cambio climático y muchas otras razones.

Siempre son esas comunidades las primeras en sufrir
los efectos negativos de los impactos, y de padecerlos con mayor crudeza e
intensidad. Esta es una situación que tiene que ser corregida, no con remedios
sino con verdaderas soluciones.

La energía renovable juega un papel fundamental en
llevar justicia energética a esas comunidades desfavorecidas, ya que la energía
limpia puede proveer alivio de muy diversas maneras.

Muchas veces los modelos para alcanzar la
descarbonización de la economía en los plazos acordados, permiten comprender
los impactos económicos de las diferentes tecnologías que pueden implementarse
para lograr la mitigación y adaptación al cambio climático, sin embargo estos
modelos deberían ser re orientados con una visión de implantar una justicia
restauradora, que tenga en consideración la vulnerabilidad de aquellos
afectados.

Más aún, el proceso para instaurar una justicia que
repare las brechas de desigualdad, tendría que seguir disciplinadamente un
conjunto ordenado de pasos orientados al objetivo.

En primerísimo lugar, no por importancia sino por
condición fundamental, habría que definir con exactitud quiénes son reconocidos
explícitamente como las comunidades afectadas y dónde se encuentran.

Luego se tendría que involucrar a esas comunidades
reconocidas para comprender sin sesgos cuáles son sus reales necesidades,
proveerles de conocimientos, para que sean capaces de tomar decisiones
informadas acerca de cómo desean ver satisfechas sus demandas, y establezcan de
común acuerdo los indicadores clave de desempeño que servirán para monitorear
sus avances.

Un futuro energético justo tiene sus cimientos en
principios que le dan legitimidad, como por ejemplo que tiene que atender las causas
de raíz y las consecuencias heredadas de la inequidad que ha prevalecido por
tantos años.

Es fundamental encontrar nuevos sistemas
participativos y cooperativos de gobernanza y propiedad energética que pongan
en el centro al usuario mediante la adopción de un enfoque basado en derechos y
que deseche las soluciones falsas que tanto abundan y ponen en riesgo el
alcance de los objetivos.

Ya no es posible llevar a las comunidades soluciones
salidas de la brillante mente de una persona sentada tras un escritorio, la
educación es esencial y también la formación de las capacidades para generar
mejores modelos de gobernanza.

Solo por medio de la justicia energética podrá haber
una transición y descarbonización de la escala y en el tiempo en el que se
necesita, de otro modo el esfuerzo podría ser notoriamente insuficiente para
cerrar la brecha. Hay que ser creativos e innovadores para encontrar las
mejores alternativas.

Raul Monforte González
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