Por: Cristina Padín
No se atrevía en casa a contar aquellas cosas tan raras que sentía..
aquella inquietud.. su madre era demasiado recta y apenas hablaba de cosas de
la edad, únicamente de historia, y para historias las de ella. Con Pablo. Papá
simplemente no tenía tiempo. Decían que a los doce una no se puede enamorar..
qué era entonces lo que sentía por Pablo? El profesor sí lo entendía. Habló de
eso en una clase..
No únicamente por esa razón todos le adoraban. Se llamaba
Eduardo y daba Lengua Gallega. Lingua Galega. Alguna tarde organizaba concursos
de ajedrez o de fútbol y jugaba con ellos. Les enseñaba a ganar y a perder. Les
hizo vivir la pasión por el teatro.. ella ya no podía avanzar sin ir a ver
obras. Les contaba sobre números.. inventaban cuentos con temática de terror…
El profesor, los profesores, le explicó la vecina del
cuarto, que ya era mayor, son la puerta a la sabiduría, la ventana de la
cultura.. a veces uno les confía cosas que quiere que sean un secreto para los demás..
los profesores son los guardianes del saber estar y del aprender.. yo aún recuerdo
a mi maestra Lola, nos enseñó a pintar con acuarela, a apreciar el toreo… a
respetar.
Los que hablan mal de los docentes no trabajan ni respetan..
critican..
A los docentes. Qué importante labor
A mi amiga Belèn
A mi amiga Rosario
A mi querido Luis
A Carlos, en el Camino
Al toreo
A mi profesor de Gallego, Eduardo, yo me enamoré de él ese
curso
A la cultura
Y a toda persona que sabe ser, estar, pensar,
opinar y respetar