Por: Cristina Padín
En el día de la infancia cuentan
leyendas que son la verdad y la hermosura que hubo una vez un niño que con ocho
años soñaba que era torero. Y cuando salía de entre las sábanas toreaba. Se
atrevía y juntaba el valor con los juguetes y la ingenuidad con la valentía…
y sus juegos se llamaban ole o muleta…
Y no era un niño de caprichos. Ni de
grandes comodidades. Era de vida dura… era listo.
Jugó en el campo. Y toreó. Jugó
entre capas de rosa y anhelos. Y toreó. Jugó por esas noches de carretera en
viajes taurinos. Y toreó. Jugó por las tardes, jugó entre el aplauso, jugó contra
el miedo. Y toreó. Y hoy es torero, y no tan niño aunque lo parezca, y tiene
niños. Y sabe la importancia del niño. Del jugar. Y del torear.
Y esas leyendas, reales, un día como
hoy han decidido que es importante hablar de los niños y del toreo.
Viva la infancia! Viva la
tauromaquia!
Ojalá todos los niños del mundo
pudieran ser niños. Y felices.
A los niños
Al toreo. Viva la tauromaquia! Es
arte! Y cultura! Defendámosla siempre
A los capotes
A mi querido Juli
A mi amiga Olga, que respeta la
tauromaquia, por tu sensibilidad y sentido
A mi amiga Grethel, pronta mejoría
A Luis, siempre
A la valentía y a los valientes