Por: Cristina Padín
Era la más fuerte de las mujeres. Con alma y una gran sensibilidad.
Y creatividad. Con un trabajo excelente al que dedicaba corazón y horas. Aquella
mañana se encontró a una anciana buscando cosas en la papelera. Por supuesto le
hizo una compra (era noble) y le regaló un dibujo. Pintó a la mujer con vestido
azul, alegre. Sonriendo. Con esperanza.
Era un hombre de verdad. Quiso tal vez ser marinero o
profesor. Pero tuvo que hacer otras cosas. Es honesto y valiente. Cuando tuvo
que demostrar la valía lo hizo. Con fe y fuerza. No es alguien de palabras
huecas. Es una persona de palabra. Aquella mañana fue a comprar pan a una
panadería y obsequió a la panadera unas castañas de su aldea.
Es una niña. Y lleva el nombre del mes de mayo, se llama
Maia. Cumple seis años. No miente nunca y lee y juega con felicidad y sabe
compartir. Es un hombre, de ley. De corazón andaluz. Defensor de lo que
importa, del flamenco. De lo nuestro.
Alguien con carisma y con saber estar. Alguien que ofrece lo
más valioso: tiempo y verdad.
Como se festeja el nacimiento de Louise May Alcott en la
escuela escribieron textos sobre mujeres, y hombres, de relevancia. De valor.
La primera de las protagonistas es mi hermana. Pueden ser también
mujeres que son generosas y que hacen bien su trabajo. Como M, O, D, A, B, I
El segundo es un ser valiente. Hay muchos. Y algunos son gallegos.
Y yo los admiro, como a F. Por ejemplo
A Maia, feliz sexto cumpleaños y a su divina mamá
A andaluces que aman y protegen el flamenco
A personas generosas (de verdad)
A Luis
A Mujercitas: un libro que me fascina
A castañas, castañeros y panaderos
A Grethel, que mejora
Al flamenco
Y a los libros y las historias
